Han pasado diez y siete años desde que Cuenca fuera inscrita en la lista  de las ciudades patrimonio cultural del Mundo, hecho que aparte de conmemorarse cada año con alborozo el 1 de diciembre, reactiva el interés por la preservación del título honorífico de mayor significación de los varios que honran a la ciudad y al país.
 
    El balance, en general, de los años transcurridos desde entonces, es positivo: la ciudad y sus habitantes han elevado su autoestima y se disfruta de los beneficios que produce la presencia creciente de ciudadanos del mundo que visitan Cuenca o deciden residir en ella. La ciudad se ha embellecido y se proyecta con pujanza hacia un porvenir marcado por el desarrollo material y espiritual que propicia el buen vivir de las presentes y futuras generaciones.
 
   También la ocasión es propicia para reflexionar sobre lo que no se ha hecho y está pendiente. Justamente en la presente edición, en la que se destaca reiteradamente el tema patrimonial, se citan situaciones que deben afrontar de inmediato las autoridades y a las que alude quien fuera el Alcalde que puso empeño en conseguir la declaratoria de la UNESCO. Varias edificaciones patrimoniales demolidas apresurada e ilegalmente, así como la recuperación de la corona patrimonial del poeta Remigio Crespo Toral, son apremios urgentes de la Municipalidad de Cuenca.
 

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