Sixto Durán Ballén ofició de padrino de bautizo de Adriana, luego de ganar las elecciones presidenciales. Está con Monserrath Butiñá, la madre, quien le acompañó en la campaña y luego en el gobierno.

 El ex Presidente Sixto Durán Ballén (1992 – 1996) falleció el 14 de noviembre, a los 95 años. La doctora Monserrath Butiñá, su Ministra de Bienestar Social, evoca al político y al personaje de valores cívicos y humanos

 El ambiente electoral de 1992 se había caldeado en el Partido Socialcristiano, disputando las candidaturas de Durán Ballén y de Jaime Nebot para la Presidencia. El Alcalde de Guayaquil, León Febres Cordero, había conseguido que la asamblea partidaria se pronunciara por Nebot. Entonces Sixto se desafilió.
 
   En esos días Monserrath recibió una llamada de Sixto, para tratar sobre una nueva tienda política con miras a las elecciones. En una reunión en Cuenca, a poco, nació el Partido Unión Republicana (PUR), por el que Sixto ganó la Presidencia y ella triunfó en las urnas como diputada por Azuay.
 
    También por esa época hubo otro nacimiento: Monserrath dio a luz a su tercera hija, Adriana. Y Sixto quiso ser padrino del bautizo antes de asumir la Presidencia. Así fue, en su casa, y con la celebración a cargo de Francisco Martínez, sacerdote tío de ella. Uno de los motivos por los que Durán Ballén la buscó para tratar temas políticos, fue la relación que él había tenido con Manuel María Palacios Bravo y Tarquino Martínez Borrero, sus tíos.
 
Monserrath Butiñá habla de su Presidente y su compadre.
   Al cumplir los dos años del período legislativo, Monserrath asumió el Ministerio de Bienestar Social y tuvo el apoyo del Presidente para atender necesidades del Azuay, especialmente en temas de salud y vialidad. “Mi guagua”, le decía públicamente Sixto a la joven ministra que aún no cumplía 30 años. También, cuando le insistía en alguna gestión a favor de Cuenca y del Azuay, acostumbraba atenderla para que no moleste más. “Mi jodenga, me decía”, recuerda.
 
   Cuando se produjo el desastre de La Josefina, en 1993, Durán dispuso que todos los sectores públicos cambiaran sus prioridades para atender en forma preferente a la provincia del Azuay. Y él mismo, en persona, pese a los problemas que entonces tenía de la columna, armado de un bastón, recorría la zona afectada por los graves problemas naturales.
 
   “Sixto era bueno, caballero en todo el sentido de la palabra, sumamente religioso y muy diplomático con las personas, inclusive con los más estrechos colaboradores. Recuerdo que cuando el Gabinete iba a tratar un tema difícil, él se persignaba y pronunciaba una oración pidiendo a Dios inspiración para actuar con justicia, sin egoísmo y en función de lo mejor para la patria”, dice.
 
   Además, ella lo recuerda como un hombre sencillo, que prefería a los banquetes y cocteles de compromiso oficial atender con bocadillos elaborados por las manos de una tía del Presidente, con un trato familiar a los invitados especiales.
 
Sixto elegido Presidente del Ecuador
   ¿Algo en especial que recuerde de su trato cercano con Sixto Durán Ballén? La doctora
Imagen de la campaña presidencial en Cuenca, acompañado de partidarios políticos, detrás de Josefina Villalobos, su esposa.
Butiñá no demora en responderlo: “En su forma de actuar y de pensar tenía presente que lo material se desgasta, por lo que había que estar convencidos de que el capital humano es lo más grande y lo que importa es tener por delante los valores morales y el civismo en la vida diaria y en el servicio a la Patria”.
 
   La última vez que ella le visitó al ex Presidente en su domicilio, en Quito, hace unos cuatro años, fue oportunidad para constatar que su casa era modesta, de un hombre que no exhibía riqueza. Él entonces se lamentó de que por razones de política había perdido muchos amigos y reconoció que pudo cometer errores, sin mala fe, por los que había pedido perdón, como en el caso de su Vicepresidente Alberto Dahik, a quien le pidió la renuncia.
 
   “Yo estoy convencido de que Sixto fue una persona honrada, impecablemente honesta. Quizá pudo ser ingenuo, al dejarse en algunas ocasiones influir por quienes no le dieron informaciones apropiadas sobre determinadas situaciones”, es la apreciación personal de la ex Ministra.
 

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