Se los siembra en terrenos no aptos para otros cultivos y por cada uno que se venda deben plantarse dos o tres nuevos. Al árbol navideño se asocian efectos ambientales positivos y sentimientos de unión familiar
En esta época del año, los supermercados y proveedores de productos para el hogar en Estados Unidos ofrecen árboles navideños naturales. A simple vista, el árbol natural no es una alternativa ambientalista frente a los artificiales, pues pareciera que cortar un árbol solamente para que dure en las fiestas es un desastre ambiental.
La curiosidad despertó viajando el Estado de Colorado, cuando vi grandes camiones cargados de árboles saliendo de una hacienda. A la entrada, hay un letrero que, traducido al español, significa ‘’Hacienda de Árboles Navideños’’. Al contactar con uno de los directivos del lugar, se aprenden cosas que ni siquiera sospechaba sobre este particular negocio. Un dato inicial muy preponderante es que las haciendas para producir árboles navideños no son producto del capricho comercial de un grupo. De hecho, las que hay en el país pueden establecerse como tales si la siembra se hace sobre terreno no apto para producir frutas y/o vegetales. De esta manera, hay un uso eficiente del suelo.
Las haciendas de árboles navideños plantan variedades propias de cada zona. Por ejemplo, una hacienda de árboles navideños en Colorado tiene la capacidad natural para el crecimiento de variados tipos de pino, mientras que una en Texas da lugar a variedades de ciprés que no se encuentran en otras áreas del país.
El tiempo promedio de crecimiento de un árbol varía entre tres y seis años. Mientras dura el lapso en que el árbol crece, la hacienda siempre cuenta con zonas específicas donde los árboles ya están listos para ser cortados y entregados en el mercado. Sin embargo, la comercialización mediante grandes proveedores no es lo más atractivo de adquirir un árbol navideño. No es lo mismo ir de compras a un supermercado local y salir con un árbol en el carrito de compras, que visitar personalmente la hacienda y escoger un árbol navideño de entre los que se hallan listos para el corte. Es como ir a un criadero de truchas y escoger uno mismo el ejemplar que quiere adquirir. Dicho de otra forma, esta posibilidad conlleva el ejercicio de una tradición familiar llena de sentimientos de unión. La familia entera va en busca de su árbol y este acto es el inicio de las fiestas que, al interior de las casas estadounidenses, suelen estar llenas de detalles y cariño que no tienen nada que ver con los obsequios materiales. Para dar un ejemplo, el encendido del árbol en el seno del hogar es de por sí un acto de gran importancia familiar. Por eso, hay actos de ‘encendido del árbol’ que las autoridades gubernamentales ejecutan con la concurrencia de la comunidad, una tradición que por cierto la ciudad de Cuenca ya ha imitado, especialmente en los centros comerciales.
Las haciendas más festivas cuentan con actividades que incluyen conversaciones con el famoso personaje Santa Claus, paseos en trineo, caminatas por los senderos, etc. Además, las haciendas cubren las necesidades festivas de varias épocas del año si el suelo lo permite. Por ejemplo, las de la zona este del país plantan calabazas, un fruto usado tanto en la decoración como en la preparación de deliciosos postres en fiestas como Halloween y el Día de Acción de Gracias.
La parte ambientalista de las haciendas de árboles navideños, como indica quien nos proporciona información, radica en varios aspectos. La existencia de grandes extensiones de árboles asegura la pureza del aire gracias a la absorción de dióxido de carbono y otros gases dañinos, emitiendo a su vez oxígeno. Aparte, por cada árbol cosechado, los administradores de la hacienda deben plantar entre dos y tres a fin de mantener un número equilibrado de ejemplares. Más aún, concluidas las fiestas, la hacienda pone en marcha un estratégico plan de reciclaje de árboles, cuya materia no se desperdicia para nada. Todas sus partes, madera y hojas, pueden usarse como abono reconstituyente del suelo o para producir objetos decorativos y aromáticos.
Los precios de los árboles en el mercado varían dependiendo del tipo, la forma, la altura, el aroma, etc. Uno pequeño de la variedad de los cipreses o pinos puede costar tan poco como 50 dólares mientras que uno majestuoso, de perfecta forma y de color intenso, puede llegar a costar unos 400 dólares. Todo depende de cuánto puede permitirse pagar la familia o del tamaño del lugar hogareño donde se lo colocará. De cualquier manera, no cabe duda de que la presencia del árbol navideño en la cultura estadounidense implica valores familiares y sociales. Una canción tradicional expresa la admiración hacia el árbol: ‘oh árbol navideño, qué hermosas son tus ramas…’.