Un hombre liberal soñador, de trayectoria transparente desde la juventud, hasta morir el 2 de julio pasado a los 82 años, fue una de las pocas reservas morales vivientes del último medio siglo ecuatoriano

Nacido en Guayaquil el 18 de junio de 1940, destacó como dirigente estudiantil universitario en su ciudad y en el país y tuvo activa presencia en el partido Liberal Radical que buscaba el poder político al retornar a fines de los 70 el país a la vida constitucional tras casi una década de las dictaduras de Velasco Ibarra y de los militares.

Entones su tío, Raúl Clemente Huerta, pugnaba por la candidatura presidencial y a él tuvo que enfrentarse, hasta ser expulsado del partido por la pretensión de renovar la vieja tienda política. Fue su primer intento fallido por la primera magistratura, a la que aspiraba tras haber ejercido en 1970 por dos meses la Alcaldía de Guayaquil y ser defenestrado al proclamarse dictador Velasco Ibarra.

Pancho Huerta –así era conocido popularmente- se interesó por buscar en Cuenca un reducto desde donde promocionar su liderazgo político a través de un partido liberal renovado. El 8 y 9 de junio de 1979 reunió en esta ciudad una convención con delegados de 16 provincias del país para constituir el Partido Radical Demócrata que en las seccionales de 1984 llevaría a la alcaldía de Cuenca y a la prefectura del Azuay a Xavier Muñoz Chávez y Leonardo Alvarado Cordero.

El propio Huerta Montalvo sería en 1984 candidato presidencial por el PD, lista 3, y su nombre ocupó el primer lugar en la papeleta de las elecciones en las que entre nueve candidatos ganó la presidencia el socialcristiano León Febres Cordero.

En 1978, con Blasco Peñaherrera, antes de que Huerta fuera expulsado del partido Liberal liderado por su tío, Raúl Clemente, que logró la candidatura presidencial.

Siempre leal a sus principios, desempeñó funciones públicas de relevancia en varios gobiernos del período democrático advenido en 1979: estuvo en el gabinete ministerial de los presidentes Osvaldo Hurtado, Rodrigo Borja y Gustavo Noboa. También fue Embajador del Ecuador en Venezuela.

El 16 de julio de 2021 el presidente Guillermo Lasso le impuso la presea de la Orden Nacional de San Lorenzo, en el orden de Gran Cruz, que el Estado confiere a los ciudadanos ejemplares.

Médico cirujano, fue ampliamente conocido como político más que como profesional de la salud, actividad en la que, en lo personal, sufrió quebrantos en los últimos años, con una parálisis facial y problemas renales a los que sobrevivió mediante diálisis.

También era desconocida para el gran público su militancia en las logias masónicas en las que ejerció funciones dirigentes y alcanzó los más altos grados. AVANCE invitó a tres cuencanos cercanos a Francisco Huerta: Xavier Muñoz, Leonardo Alvarado y Felipe Albornoz-, para que hablaran de él como político, como médico y como miembro de la masonería.

Estratega político con criterio social
Xavier Muñoz Chávez

Francisco Huerta Montalvo fue un líder de cualidades extraordinarias que las demostró a lo largo de su vida, destacándose desde muy temprana edad como dirigente universitario, como estratega político, como profesional de la salud, cuyas funciones las ejerció con elevado criterio social. Militó en el partido Liberal Radical durante muchos años y supo señalar con valentía determinadas posiciones de líderes de su agrupación contrapuestas al pensamiento y visión de su ideólogo y fundador Eloy Alfaro Delgado; lo que le llevó a fundar un nuevo partido denominado Demócrata, basado en principios humanistas y de profundo contenido social. Lamentablemente tuvo corta duración. Dio batalla para que imperen en el país principios republicanos y democráticos. Habló de la democracia radical y de la necesidad de crear una nueva república, proclamó el absoluto respeto a los derechos humanos y a las libertades públicas; señaló nuevas formas de organización económica que garanticen iguales y mejores oportunidades para la sociedad, proclamó que los derechos a la salud, a la alimentación, a la vivienda, a la educación debían ejercerse a plenitud.

Sirvió a su ciudad como Alcalde, por situaciones propias de la política ecuatoriana, sólo por dos meses. Fue Ministro de Estado en diferentes carteras y Embajador en Venezuela; imprimiendo en todos sus actos acierto, dignidad y pulcritud. Intransigente como pocos con la corrupción y las dictaduras. Comprendió y proclamó que nada hay más corruptor que un poder ilimitado. Pese a los problemas de salud que afectaron su actividad cuotidiana, en los últimos dos años, fundó el Frente Cívico del Ecuador y promovió un Observatorio Electoral, dando claro testimonio de sus esfuerzos y desvelos para que impere la ética y se destierren prácticas malsanas comunes en el quehacer político ecuatoriano.

 

Militantes del Partido Demócrata del Azuay, en apoyo al candidato Huerta a la presidencia en 1984: Claudio Arias, Claudio Patiño Ledesma, Eduardo Malo Abad, Xavier Muñoz Chávez, Alejandro Serrano Galarza, Leonardo Alvarado, Rubén Vélez y Luis Orellana Correa.

Prolífico y polifacético
Leonardo Alvarado Cordero

Hombre prolífico, de personalidad avasalladora, de gran conocimiento de los más diversos aspectos nacionales y mundiales. Uno de los últimos, si no el último, de los grandes oradores de barricada en la política, podía sostener la temática de un discurso hasta por más de una hora seguida, con gran elocuencia, combinando anécdotas y frases de fino humor y disertación.

Su sola presencia y conversación y ni se digan sus discursos, le hacían aparecer como persona de gran carisma. Pancho fue polifacético en sus conocimientos, igual hablaba de política como de filosofía, de historia, de periodismo. Sus múltiples aptitudes le llevaron a ser profesor universitario, médico, aunque ejerció un tiempo muy corto su profesión, guía y líder de movimientos políticos, su capacidad la puso a disposición del ministerio de Salud al igual que en el ministerio de Gobierno.

Embajador en varios países, alcalde de Guayaquil, Director del Consejo Superior de Universidades del Ecuador, vicepresidente del consejo ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud, miembro de la Junta Consultiva del ministerio de Relaciones Exteriores, presidió y lideró, varios encargos de estudio de temas trascendentales del país. Secretario ejecutivo del convenio Andrés Bello, representante del Ecuador ante la Asamblea de las Naciones Unidas, de la cual fue vicepresidente; embajador extraordinario y plenipotenciario ante el gobierno de Venezuela, coordinador del programa nacional de ciencia y tecnología, miembro del grupo que negoció los acuerdos de paz con el Perú.

En el campo académico profesor de políticas de empresas en la maestría de gestión de proyectos de la Escuela Politécnica Nacional y miembro de la Junta Consultiva, así como profesor de la Universidad Casa Grande, rector de la academia Juan Montalvo, de la Universidad de los Barrios, y director de la iniciativa centenario.

Querendón de la gente, sobre todo del Azuay, de lo que puedo certificar su cariño a la ciudad a que, más allá de sus giras políticas, venía invitado por varias entidades universitarias, médicas y productivas. Recibió varias condecoraciones como la Orden Nacional al Mérito, concedida por el gobierno ecuatoriano; Vicente Rocafuerte, Hipólito Unanue, por el gobierno del Perú; Antonio José de Sucre y Francisco Miranda, por el gobierno de Venezuela, así como por el CONESUP y otras organizaciones.

Un obrero de la República
Felipe Albornoz Peña

En Francisco Huerta destacan virtudes humanas, valores cívicos y éticos, que enaltecieron no sólo el oficio político, sino también el periodismo y la comunicación, la academia, la diplomacia, las ciencias… Su combativo pensamiento y su voz se levantaron para defender siempre las libertades y la democracia.

Xavier Muñoz y Leonardo Alvarado, electos Alcalde de Cuenca y Prefecto del Azuay, por el partido Demócrata, el 29 de enero de 1984.

Se atrevió pese al alto costo político a promulgar ideas controversiales en su tiempo y lo siguen siendo hoy en nuestra aún conservadora sociedad, pero ya son parte de las conquistas de la salud pública en muchas partes del mundo y empiezan a hacer eco en América Latina y el país, como la no penalización del aborto, la aprobación de la eutanasia y otras conquistas en derechos individuales, temas vitales no sólo por su dimensión bioética, sino porque son asuntos que competen a la libertad humana, por ello los defendió con pasión, con la misma pasión con la que luchó por la vigencia de las ideas y principios laicos y los valores republicanos.

Huerta fue un médico que sustentó un indeclinable humanismo secular y nunca puso en cuarentena su equilibrado y constructivo pensamiento insurgente. Fue un político y ciudadano de posiciones de avanzada y progresistas que harían ruborizar a muchos políticos que dentro de la misma izquierda aún defienden y sustentan ideas y prácticas retrógradas y conservadoras.

Huerta nunca cayó, como muchos políticos y ciudadanos en ese conformismo acrítico, no fue jamás un activista en retroceso, su accionar en todos los ámbitos estuvo comprometido con las mejoras causas y mejores días para el país y no decayó en su brega a pesar del tiempo y las duras circunstancias existenciales que le tocó vivir sobre todo respecto a su salud. Jamás utilizó el leguaje de la indiferencia, que pavimenta el camino del retroceso democrático, de la injusticia, de la perdida de libertades, de la corrupción y la desmemoria. Su ejercicio político y cívico no se ubicó en la vera del camino sino en la encrucijada, donde como dicen coloquialmente las “papas queman”, denunciando, combatiendo, creando ciudadanía, por eso su elocuente palabra a pesar de las duras contingencias resonó fuerte y clara hasta el día de su partida al Oriente Eterno. Murió en su ley, escribiendo, interviniendo en medios de comunicación, organizando charlas, conferencias y eventos, tratando de fortalecer nuestra corroída democracia. Para él, los problemas de la democracia debían ser superados con más democracia y respondía de la misma forma como el periodista y carpintero libertario español José Villaverde, cuando le quisieron poner contra las cuerdas y le dijeron: Libertad sí y después qué?, a lo que él respondió “Después de la Libertad, más libertad”.

 
 Pancho Huerta, candidato presidencial por el partido Demócrata, en 1984, interviene ante sus partidarios en la plaza Santo Domingo, en Cuenca.

Huerta Montalvo fue agnóstico, librepensador, espíritu libre, pluralista crítico, dueño de una inteligencia privilegiada que se abrió dúctilmente como un compás cuando era retada, pero también era poseedor de una trayectoria ética impecable conducida con la rigidez de una escuadra y sus actos civiles y privados levantados al rigor de una plomada y en la arena pública, introduciendo el dedo en la llaga puso a prueba la calidad del acero moral e intelectual del que estuvo forjado. Fue más de treinta y cinco años Masón de fuste, “convicto y confeso” como solía decir, alcanzó en el Rito Escoces Antiguo y Aceptado el Grado 33, fue Venerable Maestro de varias Logias Masónicas, asistente regular a sus Tenidas. Su voz potente y enérgica se levantó en los espacios masónicos para sacudir la consciencia de sus Hermanos para que sean consecuentes con la rica historia libertaria y republicana de la Masonería y sus principios de libertad, igualdad y fraternidad.

Siguió las huellas imborrables de tres masones a quienes admiró entrañablemente, Eugenio Espejo, Vicente Rocafuerte y Eloy Alfaro. Las luchas e ideas de estos personajes inspiraron y alimentaron siempre su elevada actividad política y cívica.

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