Piedad Moscoso Serrano, pionera en la lucha por la igualdad de género, falleció el 13 del mes pasado a la edad de 78 años, olvidada de los movimientos reivindicativos de los actuales tiempos

Piedad Moscoso Serrano, una de las primeras doctoras en Medicina en Cuenca.

Había nacido en Sígsig en 1932. Fue de las primeras mujeres en graduarse de doctora en Medicina en la Universidad de Cuenca, desafiando la tradición masculina de la profesión, para cuyo ejercicio venció obstáculos, más si lo hacía con sentido de solidaridad y atención preferente a las personas carentes de recursos económicos.

En los años 60, 70 y 80 del pasado siglo, su presencia era infaltable en los movimientos de protesta contra las dictaduras o en defensa de los derechos humanos, la igualdad de género o las reclamaciones populares sobre temas de interés social. No se había afiliado a partido político alguno, pero su pensamiento era coincidente con las ideologías de izquierda.

Incursionó en la docencia, ejerciendo un profesorado en el colegio Manuela Garaicoa de Calderón de 1954 a1964, de donde fue separada por no acatar las metodologías pedagógicas oficiales e implantar sus propios criterios para la formación de las jóvenes. Pasó al colegio Manuel J. Calle, donde tampoco pudo imponer sus criterios y fue cancelada en 1970 cuando el Presidente Velasco Ibarra se proclamó dictador.

En 1975 fundó el Movimiento 8 de Marzo, primera organización de mujeres de Cuenca, para defender su derecho al trabajo, a su presencia en la vida pública y la igualdad de oportunidades.

En el gobierno del Presidente Jaime Roldós le dieron nombramiento como médica del colegio campesino Javeriano, de Sayausí, cargo que lo tuvo hasta jubilarse en 2004, aunque para los dos últimos años le dieron el pase a la UNE a que ejerciera su profesión de doctora en Medicina.

"Yo fui anarquista, a mucha honra, pues el anarquismo es una doctrina política noble, bien intencionada,. Con profundas raíces filosóficas, con proyecciones sociales y económicas, para defender la libertad de organización, la libertad de pensamiento, para combatir las injusticias auspiciadas por el estado", dijo en una entrevista a la revista AVANCE en marzo de 2006.

La muerte de esta mujer combativa ha pasado inadvertida para las organizaciones sociales de hoy, a pesar de tratarse de un personaje cuyas iniciativas y luchas sembraron las raíces en Cuenca   -y también a nivel nacional- de lo que luego se llamarían luchas de género. Fue una mujer que vivió y pensó contra la corriente tradicional femenina que antecedió a los tiempos de liberación y participación del que hoy gozan las mujeres de Cuenca, del Ecuador y del mundo.

Soltera, vivió en la soledad los últimos años, sin más compañía que los libros de su biblioteca, apasionada por las lecturas. Fue última sobreviviente de cuatro hermanos y las tías con las que vivió también fallecieron hace muchos años. Algunas ex alumnas publicaron un aviso mortuorio que daba cuenta que había fallecido y fue sepultada en la intimidad el 13 de noviembre.

En aquella entrevista de hace cuatro años, ella confesó haberse visto tentada en la juventud por hacerse monja, para proyectar su vocación social y humana, pero se privó de ir a un convento por una razón insuperable: era atea.

En noviembre de 2005 la Municipalidad le confirió una condecoración por su aporte valiente a las reivindicaciones femeninas de Cuenca.

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