La inseguridad alcanza niveles alarmantes en el país y particularmente en Cuenca, mientras la posición oficial frente al fenómeno parece minimizar la realidad, en contraste con las evidencias de las que dan cuenta los medios de comunicación cada día.
Robos, asaltos, asesinatos, crímenes a mano armada, secuestros, violaciones, tema de crónicas rojas hace poco patrimonio de otras latitudes del Ecuador y del mundo, son ahora comidilla cotidiana en la ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad.
No se puede vivir, trabajar ni descansar con tranquilidad en la ciudad de Cuenca en los actuales tiempos. La situación es emergente y como tal deben tratarla autoridades, instituciones y organismos de seguridad. Frente a tan alarmante panorama no puede haber impavidez, negligencia o irresponsabilidad de los sectores obligados a dar protección a la sociedad.
La Policía ha recibido equipamientos en publicitadas ceremonias oficiales del gobierno €“hasta un helicóptero ¿qué fin tiene el helicóptero?-, para supuestamente mejorar el control de Cuenca, la provincia y sus habitantes. Los resultados no dicen nada de las mejoras que la institución ha logrado. Algo urgente y bien planificado debe hacerse de inmediato, para evitar que se vaya de las manos toda posibilidad de combatir con éxito la ola delictiva a cargo de individuos capaces de burlar fácilmente las "campañas" con las que supuestamente se los combate. No más discursos y declaraciones: es tiempo de ver y sentir resultados reales.

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