Por Julio Carpio Vintimilla

 

Julio Carpio Vintimilla

Si elegiste a Abdalá, mereces lo que hace Abdalá. Lo que te hace Abdalá. Acéptalo y   aguántate. Paralelismos   y   aproximaciones: Si elegiste ser médico, -- y   llegaste a serlo --   es, casi seguramente, porque mereces serlo. Si elegiste a Juana para ser tu esposa,   Elegir es preferir. Preferir es aceptar. Aceptar es condicionarse. Condicionarse es €“ por lo menos, en buena medida €“ merecer. La cadena de acciones nos ha conducido, pues, -- más o menos, necesariamente €“ al merecimiento

Entre Galo Plaza Lasso y   Abdalá Bucaram Ortiz, hay un abismo humano. (Usemos, aquí, las palabras del siquiatra y   ensayista cuencano Agustín Cueva Tamariz.) Y, también, por supuesto, otro abismo político. Igual, pasa con Eloy Alfaro y   Rafael Correa. Y con José María Velasco Ibarra y   Fabián Alarcón Rivera. He ahí, por de pronto, una media docena de personajes muy diferentes. Bueno, ¿y a cuál, o cuáles, de ellos nos merecemos los ecuatorianos? Difícil pregunta Hay que pensarla. Dejemos, pues, hasta más tarde, la respuesta en suspenso. Y vamos a otro asuntito pertinente. Circula, en INTERNET, un escrito que sostiene que si nosotros €“ los ecuatorianos €“ no cambiamos, siempre tendremos, gobernándonos, un Correa o cualquier otro como él En esencia, -- dice su autor €“ el gobierno no es cosa de quién manda; sino, al contrario, de quiénes saben o no saben mandarse Planteadas las dudas. Y €“ continuando €“ busquemos, ahora, alguna certeza sobre la cuestión.

Bueno, en eso de merecer, realmente, nos merecemos a todos. ¿Por qué?   Pues, por el hecho, simple y   básico, de que €“ directa o indirectamente €“ nosotros mismos hemos aupado a todos estos presidentes. (Si elegiste a Abdalá, mereces lo que hace Abdalá. Lo que te hace Abdalá. Acéptalo y aguántate. Paralelismos y aproximaciones: Si elegiste ser médico, -- y   llegaste a serlo --   es, casi seguramente, porque mereces serlo. Si elegiste a Juana para ser tu esposa, ) Elegir es preferir. Preferir es aceptar. Aceptar es condicionarse. Condicionarse es €“ por lo menos, en buena medida €“ merecer. La cadena de acciones nos ha conducido, pues, -- más o menos, necesariamente €“ al merecimiento. Ahora, bien, elegir ser médico o casarse con Juana es €“ en lo personal €“ algo trascendental y   de largas consecuencias (La gente prudente piensa bien en asuntos semejantes.)   En cambio, elegir un presidente cada cuatro años Para algunos, es una especie de rito obligatorio; y   medio molesto Y, además, elegir un presidente, cuando la gente considera que todos los políticos son una manga de incompetentes, sinvergüenzas y   corruptos Siendo así la cosa, hasta, se puede caer fácilmente, en la banalidad, en la irresponsabilidad, en el cinismo Pero, -- mucho ojo €“ de cualquier modo, siempre mereceremos. Es decir, no podremos escapar a las consecuencias de nuestras acciones; u omisiones Establecida una certeza. Sólo una. Y sabemos, al respecto, que la cuestión tiene otras facetas. Hay que verlas. Entonces, continuemos.

AndrÁ¨ Malraux cambió un poco el enfoque anterior. Dijo que, mejor que hablar de merecer, sería hablar de parecer. Más precisamente, de parecidos. Los gobiernos se parecen a sus pueblos El autor francés hablaba, seguramente, en términos generales; hablaba de las cualidades fundamentales,   o notables, de los pueblos. Así, pues: Los estadounidenses son pragmáticos y   laboriosos; los rusos son bastante irrealistas y   algo mesiánicos; los franceses son muy libertarios y   algo anarquistas; los españoles son individualistas, testarudos y osados; los ecuatorianos son superficiales, improvisadores, inmediatistas Tales pueblos, tales gobiernos Es bastante cierto. En principio, hay poco que discutir. De otro modo, estamos como estamos, porque somos como somos (Frase atribuida a Diego Armando Maradona. De paso, ¿por qué Malraux y   Maradona no podrían coincidir en algo?)   Y recordemos, aquí, un detalle del primer párrafo: Por lo dicho, el hombre de INTERNET tenía, pues, su razón. Hemos añadido, de esta manera, otra faceta a nuestro tema. Pero, nuevamente, hay que seguir. Adelante.
¿Se puede encontrar similitudes entre Velasco Ibarra, Rafael Correa u otros presidentes que gobernaron el Ecuador en diferentes circunstancias y épocas?
Lo de merecer requiere una precisión. ¿Cuál? Una muy necesaria y especificante. Á‰sta: En las circunstancias de cada momento. En élla, está la clave de la cuestión. Pruebas al canto. En las circunstancias de 1944, merecíamos a Velasco Ibarra; en las de 1948, a Galo Plaza; en las de 1952, a Camilo Ponce Enríquez Veamos. En los días de La Gloriosa, el Liberalismo €“ con Arroyo del Río €“ estaba en el fondo del pozo político. El Conservadurismo €“ aplastado, hace décadas, por los liberales €“ no alzaba aún su cabeza. La izquierda marxista tenía cierta influencia, pero era muy minoritaria. Velasco, en cambio, ya venía empujado por la incipiente marea populista nacional y latinoamericana. Resultado: Nos decidimos por Velasco. (Mejor dicho: Lo aclamamos casi unánimemente. Una apoteosis )   Pero, la realidad es el río de Heráclito: Sus aguas nunca son las mismas. En 1948, la marea populista se retiraba, por un momento Las otras condiciones continuaron más o menos iguales. Se vio, entonces, que había llegado la hora de unos marginales importantes: los independientes. Elegimos, pues, a Galo Plaza. (La suerte nos había ayudado; y, por una vez, en los últimos sesenta años del siglo XX, acertamos en forma plena y   brillante.)   Mas, a su turno, la independencia partidaria es una condición política débil. (Galo Plaza €“ pese a sus indudables dotes y realizaciones €“ no pudo encontrar un continuador de su obra.)

Década de los cincuenta. En forma inevitable, volvió, otra vez, la marea populista. 1952:   Tercer Velasquismo. ( El único que pudo terminarse de manera normal; justamente, por la estabilidad que le había prestado el Placismo.) 1956. Otro retroceso del Populismo. Galo Plaza no intenta su reelección. Y, en este punto, el Conservadurismo ya había podido alzar su cabeza. Sonó la hora de su retorno: Elegimos a Ponce Enríquez. Bastante bien. Pero, el Conservadurismo no se había fortalecido lo suficiente; ni lo iba a hacer en el futuro. Cedió. Y, ahora, el Populismo ya era una marejada: Obtiene una caudalosa votación en 1960. (Arrollando, incluso, a Plaza.)   No obstante, la marejada se retira en seguida Velasco se cae aparatosamente Interinazgo €œizquierdista € de Carlos Julio Arosemena. (El primero de esa característica desde la Revolución Juliana.) 1963: Dictadura de la Primera Junta Militar No la elegimos, por supuesto; pero, la soportamos (Soportar es otra forma de merecer. No queríamos ni liberales, ni conservadores, ni independientes, ni populistas, ni marxistas )   El río de la historia seguía corriendo Bueno, hemos   traido una representativa muestra de las circunstancias. Y, con esto, sólo nos queda concluir.

Por lo tanto, ¿tenemos los gobiernos que merecemos?   Sí. De todas clases. ¿Tenemos los gobiernos que se nos parecen?   Sí. Porque   las sociedades tienden a producir determinados tipos de personas Y   la suerte se presenta, a veces Y   las circunstancias ponen mucho de lo suyo. Yo soy yo y   mi circunstancia €“ dijo, más o menos imperfectamente, Ortega y Gasset. Vamos a parafrasearlo. La realidad social es igual al grupo humano más las circunstancias €“ diremos nosotros. Eso es lo que, hoy en día, algunos noveleros llaman la holística. Es decir, en palabras de siempre, la totalidad. Y, dentro de ella, debemos ver todos los problemas sociales: los grandes, los medianos y   los pequeños. Incluyendo, pues, éste €“ muy circunscrito €“ de los gobiernos que tenemos, merecemos y, con mucha frecuencia, sufrimos      

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