El poeta cubano José Kozer, que presidió el Jurado del III Festival de la Lira, en Cuenca, dio una cátedra de reflexiones sobre la crisis global cuyas raíces son la degradación educativa y el olvido de la lectura

 

Cristóbal Zapata, coordinador del evento; Ernesto Carrión y Tamara Kamenszain, mención y premio del festival; José Kozer, presidente del jurado; Pedro Gonzáles y Clemente Tamariz, personeros del Banco del Austro, personajes relevantes del concurso.

Cuenca se vistió de poesía y de arte en noviembre, con la XI Bienal de Arte y el III Festival de la Lira del siglo XXI –continuación de similar evento de la segunda y tercera década del siglo XX-,que otorgó 30 mil dólares de premio al mejor libro de poesía publicado en el bienio anterior.


Sesenta obras en lengua española fueron enviadas al concurso internacional promovido por la Fundación Cultural Banco del Austro con auspicio de la Universidad y la Municipalidad de Cuenca. De ellas 54 fueron aceptadas al concurso, diez seleccionadas y dos premiadas por el Jurado presidido por el poeta José Kozer.


La poeta argentina Tamara Kamenszain fue la gran triunfadora con el libro “El Eco de mi Madre” y el ecuatoriano Ernesto Carrión recibió una mención otorgada por la Municipalidad de Cuenca, con cinco mil dólares, por su libro Fundación de la Niebla.


“El Festival de la Lira es mucho más que un concurso de poesía, es un certamen cultural que abre un espacio a la reflexión, colocando bases sólidas hacia una comunicación artística internacional, durante una semana dedicada a recitales, conferencias y reuniones literarias”, dijo Juan Pablo Eljuri, director de la fundación cultural Banco del Austro, en declaración para esta Revista.


Destacó que uno de los objetivos de la Fundación es mantener las tradiciones que nos dan identidad cultural, para conservar la historia, las tradiciones orales y las costumbres, “siendo lo más importante el carácter de colectividad que posee, para romper er parte de las tradiciones de un pueblo”.


Destacó que la Fundación Cultural Banco del Austro ha logrado que el Festival de la Lira se convierta en “una verdadera tradición cuencana que ha trascendido al país y al mundo, convocando a reconocidos poetas nacionales y extranjeros bajo sus diversas hablas, dicciones y dialectos de nuestra lengua para que den vida y realce a la Fiesta de la Lira y permitan mantener vivos los valores culturales, que son parte del patrimonio intangible de los pueblos, como los llama la UNESCO”. El evento fue del 21 al 24 de noviembre.

Reynaldo Pérez, poeta venezolano participante en el Festival de la Lira.


El poeta cubano José Kozer, que presidió el Jurado del Festival Internacional Fiesta de la Lira, clausuró el evento con un discurso de profundas reflexiones sobre la importancia de la educación y la lectura, para salvar al planeta de la depresión global en que se encuentra en el ámbito de la cultura, con incidencia en todas las actividades humanas. La cátedra del maestro en esa exposición, amerita transcribirla como uno de los legados más significativos del Festival de la Lira de 2011.

 

 

 

Uno de los objetivos de la Fundación Cultural Banco del Austro es mantener las tradiciones que nos dan identidad cultural, para conservar la historia, las tradiciones orales y las costumbres, “siendo lo más importante el carácter de colectividad que posee, para romper de alguna manera con el individualismo por ser parte de las tradiciones de un pueblo”

 

Reflexiones del Poeta

José Kozer

“Al borde del colapso financiero, inmobiliario, y de los mercados internacionales de valores, el mundo se tambalea, y el ciudadano de a pie tiembla por su presente y su futuro y por el futuro de sus hijos.  Es un momento en que todo y cualquier cosa puede suceder, así, una depresión económica como la del crack del 29, o una situación política y económica de dimensiones inéditas y nunca vistas en Occidente, con características que, dicho en plata, no podemos imaginar.  No la pueden imaginar los políticos, por lo general tan faltos de imaginación, ni los expertos que cada vez saben menos y menos de más y más.
Nada de lo que estamos viviendo ha surgido de la nada, ni nos envuelve y amedrenta sin causas palpables y reales.  Estas causas son diversas y enmarañadas, y no sólo tienen que ver con la corrupción generalizada, la ineficacia, y la pobreza ética de las cúpulas del poder, así como de la gente de los diversos estamentos socioeconómicos de los pa
íses occidentales, sino que, creo, y a pies juntillas, tiene que ver por encima de todo con el estado de degradación del sistema educativo, a resultas de lo cual vivimos un periodo de ignorancia, falta de pensamiento y de cultura, difíciles de concebir, y que de continuar, vaticino, llevará al colapso de todo el sistema económico y social al que, mejor o peor, nos hemos acostumbrado desde la revolución industrial.

O se corrige el sistema educativo, o se condena a Occidente al colapso, y volvemos a una de esas edades oscuras que

l número nos ayuda a bien vivir y a comer, la letra nos ayuda por igual a bien vivir y comer pan de vida y pan de Dios, y dicho sea de paso ambos, el número y la letra, nos ayudan a bien morir

han ocasionado tanto sufrimiento en la historia de la humanidad.  Estuve en la enseñanza universitaria en Estados Unidos de 1965 a 1997, y soy testigo presencial de la degradación, e incluso degeneración, de la enseñanza, y ello, a todos los niveles, y no sólo el nivel universitario. Hemos, como decimos en mi país, Cuba, cambiado la vaca por la chiva: antes se leía a un poeta como Lorca, ahora sólo se lee en la universidad sobre Lorca y esto, por supuesto, sólo a nivel de estudios graduados.  Por lo demás, no se lee. Ahora bien, una nación que no lee es una nación que se condena a la ignorancia, a la falta de pensamiento, al anquilosamiento mental, emocional, espiritual y práctico.  Un ciudadano que no piensa lleva a una nación que no crece ni progresa.  Aquí estamos hoy celebrando no sólo la Poesía sino tal vez por encima de todo la Lectura.  O volvemos a enseñar a leer, o señoras y señores, estamos perdidos. Tenemos que volver a leer y ello sólo ocurrirá si enseñamos desde la devoción y la inteligencia a leer.  En este espacio noble y generoso en que hoy estamos reunidos se encuentran personas de toda índole, a quienes sin embargo podría dividir en dos grupos: aquellos que leen números y aquellos quienes como yo leemos letras.  Y bien podría parecer que somos cuerpos y mentes encontrados y ajenos, seres humanos reunidos aquí en el desencuentro.  Y no es así, porque quienes saben leer en los números saben leer las letras.  Un número pitagórico es una letra cabalística.  Y quienes sabemos leer las letras no somos ajenos a la lectura de los números.  Ninguna persona que tenga dos dedos de frente desprecia el número por la letra, ni viceversa.  El número nos ayuda a bien vivir y a comer, la letra nos ayuda por igual a bien vivir y comer pan de vida y pan de Dios, y dicho sea de paso ambos, el número y la letra, nos ayudan a bien morir.
A ustedes, amigos acudo esta noche para rogarles que comprendan que nos necesitamos como nunca los unos a los otros, y que si no nos damos la mano desde una cordialidad genuina y amistosa, para volver al cauce de la más esmerada educación y de la lectura abierta y profunda, nos vamos irremediablemente a hundir.  Unamos por favor nuestros esfuerzos, y desde una buena voluntad de compromiso y actuación, invirtamos todos juntos en la transmisión del maravilloso acervo cultural de Occidente, sin por supuesto despreciar los milenarios aportes de Oriente, y desde esa inversión recuperar el amor a la letra, el respeto al número, y hacer cuanto esté a nuestro alcance para que un buen empresario lea a Shakespeare, disfrute de Lorca y de Cervantes, y un buen intelectual sepa mercar, negociar y aumentar su patrimonio material para dar de comer a los suyos desde una dignidad que todos merecemos”.  

 


 

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