La inseguridad es el problema social más grave de Cuenca. El desempleo y la pobreza fueron causas iniciales de la epidemia expandida a través de los años, pero ahora ya opera una especialidad “profesionalizada” de elementos que atentan contra la propiedad privada y la vida de la gente.

El Gobierno ha asumido acciones ingeniosas para recuperar la seguridad y la tranquilidad; la Policía ha sido equipada con moderna tecnología y se ha incrementado su personal dedicado a proteger a la sociedad. El Ministerio del Interior y la Gobernación del Azuay, en coordinación con organismos locales, permanentemente están tras la pista de los antisociales que asolan el medio, pero todo resulta insuficiente para alcanzar logros definitivos.

Cuando Cuenca y otras ciudades del austro celebran este mes fiestas de conmemoración histórica, preciso es que las autoridades del Gobierno, de Justicia y de Policía las rindan un real homenaje comprometiendo acciones eficaces para combatir la inseguridad, pues si bien no ha descuidado accionar la esfera oficial, mucho falta para obtener los resultados que se espera y necesita.

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