Del 10 al 15 de enero de 1955 seis ecuatorianos veinteañeros asistieron a un evento en Chile, denominado Pax Romana, en representación de la Juventud Universitaria Católica (JUC)

Alejandro Serrano Aguilar, Alfonso Barrera Valverde, Carlos Egas (maestro de la U. Católica de Quito, diputado por Pichincha), Leonardo García, José Vicente Troya (maestro de Derecho y Presidente de la Corte Suprema de Justicia) y Julio César Trujillo, jurisconsulto y político, hoy líder en la defensa de la amazonía por la explotación petrolera en Yasuní.
 
Hoy son octogenarios, tras una notable trayectoria profesional, política, cultural y cívica. La muerte de uno de ellos, Alfonso Barrera Valverde, ha inducido a Alejandro Serrano Aguilar a desempolvar una fotografía en la que aparecen todos, plenos de juventud, sin imaginarse que ocuparían sitiales de relevancia en el país. El único del que ha perdido trayecto es Leonardo García, ingeniero de quien ignora si está vivo o no.
 
En AVANCE de octubre la articulista Alba Luz Mora se refirió al doctor Barrera Valverde como diplomático y literato de valiosos quilates, lo que ha llevado a Alejandro Serrano a desempolvar recuerdos y junto con la foto de esos tiempos idos, enviar una nota al director de la revista para evocar al amigo y compañero.
 
Alejandro Serrano, ingeniero y doctor en Filosofía, fue Gobernador del Azuay, Alcalde de Cuenca, legislador, Presidente de la Organización Iberoamericana de Cooperación Intermunicipal, además de catedrático en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Cuenca y, no hace mucho, Vicepresidente de la República. Su misiva es un documento exquisito que lo ofrecemos a los lectores: 
 
Permítame expresarle mi más cálida felicitación por la publicación de la Revista Avance que usted con tanto acierto dirige. Me refiero muy especialmente al No 263 correspondiente al mes de octubre del presente año, pues, entre otros importantes artículos incluye el titulado “Alfonso Barrera Valverde”.
 
Para mí, adquiere significativa importancia por dos razones: la primera, su autora la Sra. Alba Luz Mora para quien he guardado y guardo singulares motivos de admiración y aprecio; segunda, porque se refiere a la personalidad y obra de mi distinguidísimo amigo el Dr. Alfonso Barrera Valverde.
 
Durante la juventud, tuve la suerte de compartir con él inolvidables jornadas universitarias tanto nacionales como internaciones. Una de éstas fue un Congreso Mundial de estudiantes universitarios católicos reunidos en Valparaíso, Chile. Me tomo la libertad de enviarle un testimonio fotográfico que habla por sí mismo. Años después, coincidimos en Madrid. Él se desempeñaba como Embajador ante el Gobierno de España. Yo tenía a mi cargo la Secretaría de Municipios Iberoamericanos. Fue la oportunidad para concurrir al lanzamiento de su novela “Heredarás un mar que no Conoces y Lenguas que no sabes” y uno de sus admirables volúmenes de poesía. Una y otro merecieron sonoros aplausos y una justísima acogida por parte del público español. Fue motivo de legítimo orgullo para los ecuatorianos allí presentes.
 
Posteriormente, todos vibramos de emoción y sano patriotismo al escucharle su brillantísimo discurso en Washington, ante una reunión extraordinaria de la OEA convocada para conocer el impasse Ecuatoriano-Peruano de Paquisha. Por unanimidad aclamamos al internacionalista, al diplomático y, sobre todo, al Canciller de la República. ¡Eso sí puede llamarse Canciller! Su nombre quedará grabado en las páginas de nuestra Historia.
 

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