Por Marco Tello

Marco Tello El vocablo “agrado” se avenía muy bien con la actitud suplicante asumida por quien acudía donde el usurero. No era prudente llegar donde el prestamista sin el agrado, ni volver sin él en pos de diferir el plazo convenido

Aunque no es de empleo corriente, puesto que tampoco responde a una forma de  comportamiento común, el término usura significa también corresponder con suma gratitud a un favor o beneficio recibido. 
 
Vale la pena recordarlo cuando está en vigencia una plausible campaña nacional contra la usura, entendida como el interés excesivo, superior al legal, que se lleva en un préstamo. Esta vieja modalidad de compromisos entre el que ofertaba el capital y el que lo requería ha generado cuantiosas fortunas a costa del empobrecimiento de quienes acababan literalmente devorados por las deudas. Este modo de acumular el capital apropiándose del sudor ajeno es un tema muy recurrente en la práctica social. En buena hora, para tranquilidad colectiva, que el tema haya terminado recluido en el ámbito de la responsabilidad penal. Por supuesto,  cabe imaginar que la lucha supone eliminación, por el Estado, de las condiciones sociales que alimentaron aquella explotación. No ha de olvidarse que, desde tiempo inmemorial, el acceso al crédito fue facilitado por el usurero.
 
Según los entendidos, la palabra usura proviene de la unión del nombre latino usus (uso) con el sufijo “ura”, que acompaña a muchos vocablos para significar resultado, acción de, proceso; más o menos como ocurre en cultura (“cultus” –cultivado- y “ura” ). Podría entenderse, pues, la usura como el provecho o resultado del uso, en este caso, del dinero. Usurero, usurario, usurar, usurear, son vocablos agrupados alrededor de la usura o préstamo con interés desproporcionado, abusivo e ilegal.
Hubo hace algún tiempo el vocablo “agrado” que se avenía muy bien con la actitud suplicante asumida por quien acudía donde el usurero. No era prudente llegar donde el prestamista sin el agrado, ni volver sin él en pos de diferir el plazo convenido para la cancelación del crédito. El Diccionario de la Real Academia registra el término como ecuatorianismo. Susana Cordero de Espinosa hace hincapié en su diccionario sobre el uso diminutivo: “agradito”, muy propio de la psicología del hablante regional, sobre todo en el sector popular. El “Diccionario de Americanismos” de la Asociación
 
 
 
 
 
de Academias de la Lengua Española (2010) consigna así agrado como ecuatorianismo: “Obsequio que da un indígena  a un hombre blanco o a un mestizo que ostenta un cargo de poder, con el fin de ganarse su voluntad y tratar de agradar”. Hoy, la palabra es infrecuente; talvez haya otras denominaciones que expresan mejor las relaciones que se entablan en el mundo ahora esplendoroso, aséptico, asaz catedralicio, de los sistemas financieros.
 
Pero otro vocablo, sinónimo de usura, prevalece no solo en la memoria sino en la práctica social. Se trata de la palabra “chulco”. Decir que “chulco” es sinónimo de usura es decir todo; pero cabe alguna precisión. En el libro “El Quechua y el Cañari”, Octavio Cordero Palacios registra la palabra chulcu como proveniente de la lengua cañari: planta oxalidácea (en la 2ª edición, Universidad de Cuenca, 1981, hay un error en la denominación científica). En “Léxico de Vulgarismos Azuayos”, 1957, Alfonso Cordero Palacios trae “chullco” como cañarismo para designar la planta oxalidácea Oxalis Flegans. Dice que la usan mucho nuestros plateros para limpiar objetos de plata. Describe con este vocablo un guisado que se compone principalmente de queso y huevos. Pero más adelante consigna “chullquero” cañarismo para nombrar a quien presta cantidades de dinero a intereses ilegales. Carlos Joaquín Córdova, en cambio, se pregunta si chulco es un quichuismo. Para satisfacer la curiosidad, el “Diccionario Comprehensivo…” de Eduardo Cárdenas trae la palabra chulco como bolivianismo que nombra al hijo menor. Oswaldo Encalada Vásquez, en su “Diccionario de Toponimia” consigna el término no solo para la planta sino para dos quebradas y un río en diversos lugares del Ecuador. Por fin, el mentado Diccionario de Americanismos define chulco como ecuatorianismo para el préstamo de dinero al que se aplica  una tasa de interés mayor que la establecida por las instituciones financieras oficiales.
 
     ¿Cuál es la relación de chulco -originariamente una planta- con el préstamo de dinero a intereses ilegales? Probablemente, el arte con que el orfebre aplicaba esa hierba para dar lustre al objeto de plata, al chulquero le valía para dar brillo a sus caudales.

 

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