Al inicio de su gestión el Presidente Moreno departe amistosamente con Jorge Glass, Vicepresidente, con quien acabaria distanciándose por los problemas de la corrupción.

El Presidente Moreno corre el último año de gestión por un camino plagado de obstáculos políticos, económicos, éticos y sanitarios, a las puertas de un proceso eleccionario cuya campaña ya mismo empieza y terminará después de ocho meses

En su informe a la Asamblea el 24 de mayo anunció cuatro prioridades para el resto del mandato: salud, alimentación, empleo y dolarización. Poco aludió a la actual pandemia de corrupción en la salud pública, con hospitales del ministerio del ramo y de la Seguridad Social contaminados de fraudulencia para adquirir insumos, medicinas y equipos de protección sanitaria, por asociaciones ilícitas con alta especialidad en sobreprecios, tráfico de influencias, defraudación tributaria y otros delitos.

El propio Instituto de Seguridad Social (IESS) estaría al borde de quiebra, con amenazas fatales de perjudicar a los afiliados, especialmente a los jubilados, pues informes del propio ente prevén que las reservas disponibles apenas si alcanzarían para pagar cuatro o cinco meses de pensiones. Este tema no estuvo en el informe presidencial. Ramiro González, máxima autoridad del IESS en el gobierno pasado está prófugo, acusado de defraudaciones económicas. Moreno volvió a repetir la muletilla vaciada de sentido, de “caiga quien caiga”.

El Servicio Nacional de Gestión de Riesgos adquirió siete mil paquetes de alimentos para familias con imposibilidades de subsistencia por el Covid-19, por 150,82 dólares cada una, cuando en el mercado regular su valor es de 95,16 dólares. El costo total fue de un millón cien mil dólares, en vez de los 706.709 sin sobreprecio.

El Presidente sale de la Asamblea luego de rendir su informe. Es el único que no lleva mascarilla.

El coronavirus ha originado un macro festín de corrupción: directivos del IESS están implicados en compras fraudulentas de mascarillas e insumos médicos con sobreprecios escandalosos. La reserva de las investigaciones impide conocer resultados, pero el representante del Presidente de la República en el Consejo Directivo, Paúl Granda, se vio precisado a renunciar ante las denuncias de actos cometidos por funcionarios de su confianza.

En el Hospital Los Ceibos del IESS, en Guayaquil, compraron cuatro mil fundas para cadáveres a 148,50 dólares cada una, y en el mercado valían 12 dólares, con sobreprecio de 137 dólares por funda. En el hospital Guasmo Sur, del Ministerio de Salud, se detectaron sobreprecios de más del 1.300% en compra de insumos para el Covi-19. En hospitales del IESS del país se contrataron insumos que no aparecen y no hay registros de entrega ni recepción.

El Gobierno Provincial del Guayas ha adquirido pruebas rápidas del coronavirus por 90 mil dólares y el Servicio de Contratación Pública detectó que el contratista es un anciano incapacitado representante de empresas posiblemente inexistentes, cuyo nombre se habría tomado para una negociación fraudulenta. Se conoció que el hombre ha desaparecido, según denuncia de sus familiares.

La Dirección de Salud de la Municipalidad de Quito está implicada también en corrupción en la adquisición de insumos para tratar el coronavirus. El Alcalde ha removido a los funcionarios bajo sospecha, mientras Contraloría y Fiscalía investigan los procesos de compra.

En Milagro, Quevedo, Manabí, Los Ríos, como en Guayaquil, Quito y otras ciudades, se han producido allanamientos en oficinas públicas y casas particulares, pero más que los autores de los supuestos hechos maliciosos, han sido “detenidos” documentos y computadoras de las que tal vez se extraiga información de sustento para tal vez sancionar a los culpables, entre los que estarían asambleístas y elementos políticos influyentes en las esferas políticas y administrativas del país.

Mientras tanto, una impotente indignación cunde en los sectores populares, afectados por la epidemia del virus mortal, golpeados y casi incrédulos de que el cruel fenómeno lo aprovechen individuos para quienes la tragedia humanitaria es fuente de corrupta y millonaria explotación.

 

Las bestias humanas…

En la introducción a “El Decamerón”, Bocaccio refiere horrorosos episodios de la pandemia que en el siglo XV tuvo epicentro en la ciudad italiana de Florencia. A continuación, un fragmento sobre unos animales comparables a personajes corruptos de la pandemia de hoy:

“Y asombroso es escuchar lo que debo decir, que si por los ojos de muchos y por los míos propios no hubiese sido visto, apenas me atrevería a creerlo, y mucho menos a escribirlo por muy digna de fe que fuera la persona a quien lo hubiese oído. Digo que de tanta virulencia era la calidad de la pestilencia narrada que no solamente pasaba del hombre al hombre, sino lo que es mucho más (e hizo visiblemente otras muchas veces): que las cosas que habían sido del hombre, no solamente lo contaminaban con la enfermedad sino que en brevísimo espacio lo mataban. De lo cual mis ojos, como lo he dicho hace poco, fueron entre otras cosas testigos un día porque, estando los despojos de un pobre hombre muerto de tal enfermedad arrojados en la vía pública, y tropezando con ellos dos puercos, y como según su costumbre se agarrasen y le tirasen de las mejillas primero con el hocico y luego con los dientes, un momento más tarde, tras algunas contusiones y como si hubieran tomado veneno, ambos a dos cayeron muertos en tierra sobre los maltratados despojos. De tales cosas, y de bastantes más semejantes a éstas y mayores, nacieron miedos diversos e imaginaciones en los que quedaban vivos, y casi todos se inclinaban a un remedio muy cruel que era esquivar y huir a los enfermos y a sus cosas, y haciéndolo, cada uno creía que conseguía la salud para sí mismo…”

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