Los tres primeros bachilleres en Ciencias de la Educación en Cuenca que quedan vivos tienen historias pedagógicas que empezaron con las pizarras de carbón y las tizas hace 75 años 

El Presidente Alfredo Baquerizo Moreno dictó el 20 de mayo de 1920 un decreto declarando el 13 de abril  como el Día del Maestro Ecuatoriano. Y desde entonces los educadores reciben, cada año, en esa fecha, los homenajes oficiales.
 
   ¿Por qué en esa fecha? En recordación de Juan Montalvo, que nació el 13 de abril de 1832; de Federico González Suárez, que nació  el 13 de abril de 1844; y, de Luis Felipe Borja, que murió el 13 de abril de 1912. Desde que el cuencano Hermano Miguel fuera entronizado a los altares, se sumó su nombre a los patronos del magisterio.
 
   El 8 de agosto de 1928, el Presidente Isidro Ayora creó en Cuenca el Instituto Normal Manuel J. Calle, cuando era Ministro de Educación el cuencano Daniel Córdova Toral y secretario  su paisano Manuel María Muñoz Cueva. Amplios detalles de estos acontecimientos los cuenta Antonio Lloret Bastidas, Cronista Vitalicio de Cuenca (1920-2000).
 
   El Plantel para formar maestros funcionó accidentadamente a inicios, con la tenaz oposición de sectores tradicionales escandalizados porque fuera mixto, “antro de perdición de los adolescentes”. Los graduados inicialmente se llamaron Normalistas Elementales, luego Normalistas Urbanos, hasta que el plantel en 1939 se convirtió en Colegio Normal y ese año salieron los primeros Bachilleres en Ciencias de la Educación.
 
   En 1972 los Normales se transformaron en Normales Superiores y el de Cuenca tuvo el nombre de Ricardo Márquez Tapia, con el que funcionó hasta hace poco, cuando se creó la Universidad Nacional de Educación (UNAE), cuya sede, para todo el país, está en Charasol, cerca de Azogues.
 
   Los primeros Bachilleres en Ciencias de la Educación, graduados el 14 de julio de 1939 en Cuenca, son Justo Andrade Abad, Carlos Brito Galarza, Alberto Chacho Vélez, Carlos Flores García, Manuel Idrovo Córdova, Emilia Izquierdo de Lituma, Antonio Lloret Bastidas, Miguel Orellana García, Federico Sánchez Barros y Leticia Vintimilla de Borja. Están vivos los tres cuyos nombres están resaltados en negrita y de quienes AVANCE tiene a continuación sus testimonios.
 

 

Doña Emilia ya mismo llega a los 102 años
 
Ciento dos años y todavía juega los naipes y vive con alegría
   Tránsito Emilia Izquierdo Crespo nació en Guachapala el 15 de agosto de 1913, hija de familia de 14 hermanos. Lo primero en que trabajó fue en tejer sombreros de paja toquilla, hasta que contrajo matrimonio en 1937 con su primo Isaac Lituma, mientras asistía al Normal Manuel J. Calle. 
 
   Camino a los 102 años de edad, conserva aún la lucidez para conversar y jugar naipes con los nietos y bisnietos y evocar antiguas historias de su vida y de su profesión. “Juega todos los días, eso le mantiene viva. El Rumi, el 31 y el Burro son sus juegos favoritos”, comenta la hija Lupe, penúltima entre diez hermanos, dos fallecidos. Ella recuerda de un señor llamado Benigno Toledo, que compraba los sombreros en la plaza María Auxiliadora, para revenderlos.
 
   Graduada de normalista, inicia el magisterio en escuelas rurales de Challuabamba, Nulty y San Bartolomé, cuando aún debía movilizarse a caballo a los sitios de trabajo, donde fijaba residencia. Las escuelas eran unidocentes y las pizarras de carbón y las tizas los materiales pedagógicos, remotos antecesores de las pantallas de las tablets de hoy, para ella instrumentos incomprensibles.
 
   La inestabilidad en los lugares de trabajo era una constante entonces. Luego de 12 años en San Bartolomé, pasa a Sinincay, donde trabaja también su esposo. Checa, Tarqui, Victoria del Portete y Guzho son los lugares donde labora luego, hasta jubilarse en 1971 luego de haber sido directora de esos planteles pluridocentes.
 
   Isaac, su esposo, falleció en 1999, de 93 años de edad. Abuela de 22 nietos, tiene 21 bisnietos, el mayor de 16 años y el último de cuatro meses. Cuatro de los hijos han incursionado en el magisterio e igual número de nietos.
 
 
El “joven” de noventa y nueve
 
   Carlos Brito Galarza nació en Cuenca el 21 de octubre de 1916.

 
Cuando Carlos Brito cumplió  los 97, festeja bailando con Guillermina, su hermana menor con ocho años.
Camina hacia los 99: efectivamente, camina, porque no le agrada estar inactivo, aunque desde hace un año sale acompañado a tomar los buses, no solo como gustaba hacerlo.
 
   Se educó en la escuela de los Hermanos Cristianos en la primaria y ya pasadito de juventud, se graduó de bachiller en Ciencias de la Educación en 1939 con nueve compañeros, siete varones y dos mujeres. 
 
   En 1940 se inició en el magisterio en Yunguilla, perteneciente a Girón, para pasar luego por varias escuelas en Girón, Paute y Cuenca. Aquí estuvo poco tiempo en la escuela Borja y la mayor parte de su profesorado lo ejerció en la escuela Federico Proaño, hasta jubilarse en 1975.
 
   Es padre de cinco hijos y en su descendencia están 18 nietos, 17 bisnietos y un tataranieto de pocos meces de nacido. El nieto mayor tiene 45 años y el menor 20; el bisnieto mayor 22 años y el último nació en marzo reciente.
 
   A Carlos Brito le llaman cariñosamente Papabuelo sus hijos, los nietos y bisnietos. Es personaje que gusta de ver reunida a la familia y celebra con gusto sus cumpleaños, demostrando sus destrezas en el baile. Pero ya empieza  asentirse cansado y, por consejos médicos y familiares, prefiere ahorrar prudentemente las energías acogiéndose al reposo el mayor tiempo posible. 
 

 

Don Justo, camino a los 94
 
Justo Andrade Abad, camino a los 94, dice estar satisfecho de haber
entregado su vida al servicio de la Educación.

   Justo Andrade Abad se inició en el magisterio en Girón, donde nació el 21 de julio de 1921. Va camino a los 94 años y conserva también sus facultades mentales lúcidas.

 
   Tras algunos años de docencia, fue nombrado Inspector Escolar, iniciándose en las responsabilidades administrativas en el campo educativo, que se prolongaron hasta jubilarse hace 35 años, en 1980, “luego de haberme desempeñado como Director Provincial del Azuay y Director Regional de Educación en el Austro”, recuerda.
 
   Señala que como autoridad educativa, siempre tuvo por delante el objetivo de la profesionalización de los maestros, tomando en cuenta que hasta los años 60 y aún después, había numerosos profesores sin título a quienes había que especializarlos para mejorar la educación.
 
   Después de jubilarse se desempeñó como profesor de Sociología en la Universidad Católica de Cuenca y como Director del Instituto de Crédito Educativo  y Becas (IECE) en la regional de Cuenca. También fue a cursos de Educación Comparada en España, Estados Unidos y ha tenido oportunidad para cumplir misiones oficiales en varios países latinoamericanos y en Israel, siempre en el ámbito de la educación.
 
   Entre otras actividades de su trayectoria, destaca haber sido responsable de un vasto plan de construcciones escolares en Azuay y provincias del austro, así como haberse desempeñado como Presidente de la UNE, núcleo del Azuay y diputado alterno en  años 90 del siglo pasado.
 
   Es padre de cuatro hijos, dos varones y dos mujeres, todos profesionales, que le han dado diez nietos y diez bisnietos. El bisnieto de mayor edad tiene 16 años y cuatro el menor.
 
   Nonagenario, el antiguo maestro dice tener fe en la juventud de hoy, que como nunca antes se ha dedicado a estudiar, con una gama muy variada de posibilidades de especialización en el mundo diversificado de la actualidad.
 

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