La  visita del Presidente Obama a la isla es un acontecimiento histórico, pero la razón principal de la nueva relación tendría propósitos pragmáticos en el campo del comercio. Fidel castro –90 años- no olvida la crueldad de EE.UU. contra su pueblo

La visita a Cuba del Presidente estadounidense Barak Obama el 21 de marzo pasado, marcó el fin del congelamiento de las relaciones diplomáticas entre las dos naciones y el comienzo del deshielo económico que, desde mediados del siglo XX, bloquea a la isla. En lo político e ideológico, mucho queda aún pendiente.

   El acontecimiento histórico se inscribe en la necesidad de ambos países de dar pasos para aprovechar en lo comercial y humano su proximidad geográfica, pero será difícil esperar que de súbito, la conducta y el pensamiento de los cubanos se acoplen a una nueva realidad que suplante a más de medio siglo de vigencia del Comunismo.

   Como trasfondo de las nuevas relaciones entre Cuba y Estados Unidos está la intervención del Papa Francisco que, a través de una silenciosa gestión entre las máximas autoridades de los dos países, ha venido abriendo el camino hacia la reconciliación.

   En septiembre de 2015 el Pontífice visitó Cuba y los Estados Unidos, manteniendo contacto con los líderes de esas dos naciones que indudablemente encontraron en la autoridad religiosa un enlace para intentar el desbloqueo diplomático y económico que estarían por consolidarse.

   Fidel Castro, el líder de la Revolución Cubana, nonagenario, mantiene los bríos para contradecir al mandatario estadounidense y recordar las páginas de la historia cruel que ha tenido el “Imperio” en contra del pueblo cubano, que ha sobrevivido a pesar de las adversidades, injusticias y persecuciones de las que él y su pueblo han sufrido en más de cincuenta años.

   Fidel continúa siendo el personaje emblemático e histórico con una aureola de heroicidad, por sobre la imagen de su hermano Raúl, el Presidente de la Cuba de hoy, de alguna manera contradicho por la personalidad incontrastable de su hermano mayor.

Para que Raúl Castro y Obama se estrecharan amistosamente las manos, el Papa Francisco trabajó silenciosamente ante cada uno de ellos, a quienes visitó en septiembre de 2015.

 

 

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