Por Eliécer Cárdenas

 

Sería de preguntar si se aplicó la 
“inteligencia financiera” al subir dos puntos en el Impuesto al IVA, para recaudar más fondos a favor de la reconstrucción de las provincias del 
Litoral afectadas por el terremoto, pues hay indicios de que con esa medida van a bajar las 
recaudaciones por la contracción del consumo de 
productos

 

De acuerdo a la moderna Psicología y ciencias afines, existen varias clases de inteligencia humana, por ejemplo la emocional, la inteligencia afectiva, la matemática, etc. En las últimas semanas salió a relucir la “inteligencia financiera” que a pesar de no hallarse catalogada científicamente, la enarboló el ministro de Educación Augusto Espinosa en su polémica con un legislador de oposición acerca de no haber asegurado una Escuela del Milenio que desapareció en el sismo del 16de abril pasado.
 
   El Ministro en cuestión dijo que fue un acto de “inteligencia financiera” el no haber asegurado ese, y posiblemente otros bienes, porque según sus cálculos, o los de sus asesores en la materia, hubiera resultado más costoso para el Fisco asegurar que no hacerlo. De inmediato “le cayeron” como se dice, periodistas, expertos en seguros, etc. para refutar aquel caso de presunta “inteligencia financiera” ya que señalaron que un seguro siempre sirve para garantizar bienes y ahorrar recursos, con ejemplos universales. Le recomendaron al ministro en cuestión buscar mejores asesores en materia de seguros y por ende de “inteligencia financiera”.
 
   Este caso pudiera replicarse en muchos otros ámbitos del manejo financiero y económico del país. Por ejemplo, cuán inteligente, financieramente hablando, fueron las célebres salvaguardas arancelarias que con el loable propósito de evitar las consecuencias de la depreciación de las monedas en los países vecinos se aplicaron,. Cuando más bien fue la economía doméstica la que sufrió las consecuencias de semejantes salvaguardas, y por cierto toda la ciudadanía ecuatoriana que ve más 
 
caros sus productos frente a los precios tentadores que se ofrece en almacenes de más allá de Ipiales o de Huaquillas.
 
   Sería de preguntarse también si se aplicó la “inteligencia financiera” al subir dos puntos en el Impuesto al Valor Agregado, IVA, para recaudar más fondos a favor de la reconstrucción de las provincias del Litoral afectadas por el terremoto, puesto que hay indicios de que con esa medida van más bien a bajar las recaudaciones por el IVA por la contracción del consumo de productos por parte de los ecuatorianos, que no acaban de entender esas pruebas de “inteligencia financiera” desde el gobierno.
 
   También cabe una pregunta similar respecto a una mega central hidroeléctrica, construida al costo de centenares de millones de dólares, con deudas incluidas, y que ahora al pretender venderse, se lo haría a un precio menor a la inversión, algo que insultaría la “inteligencia financiera” del más humilde comerciante.
 
   Y así, los ejemplos pueden seguir respecto al asunto. Bueno, como las inteligencias son múltiples en el cerebro humano, también los errores pueden multiplicarse. Por algo aquello de “errar es humano”. Solo que los políticos suelen presumir de no equivocarse, con las consecuencias que a veces saltan a la vista… y a la inteligencia común y corriente, llamada sentido común, precisamente.

 

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