Por Yolanda Reinoso

 

La torre más alta del mundo, icono del emirato, es el epicentro de la programación que congrega a cientos de miles de personas originarias de múltiples países

 

 

 

Los fuegos artificiales que inician a medianoche para anunciar la llegada del nuevo año son un espectáculo maravilloso en la torre Burj Khalifa, la más alta del mundo como ya se reportaba hace meses en este medio. Si bien cada año es diferente, vale la pena compartir algunos datos que no están al alcance de los lectores en las noticias oficiales. La quema de los fuegos es definitivamente otra cosa para quienes residimos allí. Hace un par de años, decidimos quedarnos tranquilos en casa y ver la quema desde uno de los grandes ventanales de nuestro departamento. Cabe tomar en cuenta que el viaje en auto desde nuestra zona hasta la del edificio toma entre 10 y 15 minutos y, no obstante, el espectáculo es perfectamente visible. Esto da una buena idea de cuánto resalta la torre en la ciudad. De hecho, la torre ya ha superado en popularidad al famoso hotel “siete estrellas” (que en realidad es de cinco) para ser el icono del emirato de Dubai.


Días antes del 31 de diciembre, los periódicos publican mapas de vialidad para que los conductores no tengan ingratas sorpresas al tratar de transitar como normalmente lo hacen. Las calles de acceso a Burj Khalifa se cierran a partir de las 2 de la tarde, o a veces incluso en horas de la mañana. Junto a la torre, se encuentra el centro comercial “Dubai Mall”. Su inmenso parqueadero dispuesto en tres pisos tiene capacidad para 14.000 coches y, a pesar de esta gran capacidad, a las 9 de la mañana del 31 de diciembre ya es imposible encontrar un espacio. Los conductores optan por centros comerciales aledaños o parqueaderos municipales. En horas tempranas la gente ya se ubica en masa alrededor de la fuente al pie de la torre, lo cual significa que muchos están dispuestos a esperar entre 12 y 15 horas a que el espectáculo comience. Los restaurantes al otro lado de la fuente están ya llenos con reservaciones hechas con meses de anticipación. Por supuesto, estos sitios aprovechan la ocasión para cobrar tarifas especiales debido a la gran demanda. En 2015, se estima que medio millón de personas se congregaron alrededor de la torre. El periódico local reportó que los primeros lograron salir de la consecuente congestión a eso de las 3 de la mañana. El caos del tránsito ocasionó varios accidentes.

Un dato que sólo se puede saber si se vive allí, es que el espectador que tanto se sacrificó para ver de cerca los fuegos, terminó con dolor del cuello debido a la incómoda posición. Además, la visibilidad del espectáculo no es completa porque gran parte de los fuegos se activan en las cuadras aledañas a fin de dar un efecto panorámico al show. Por este motivo, no hay nada como ubicarse en uno de los parques que están a 8 minutos de distancia a pie. Incluso mejor es la vista que se tiene desde la carretera Emirates Road que, desde las cuatro o cinco de la tarde, se llena de coches parqueados en la cuneta, y el año pasado nosotros optamos por un espacio en la carretera.

Allí uno escucha la euforia de gente de India, Pakistán, Inglaterra, Rusia, Estados Unidos, y un sinnúmero de nacionalidades que, sea que celebren o no la venida del año nuevo en sus culturas, igual lo hacen en esta ocasión porque el espectáculo invita a eso. Fuera de las maravillosas combinaciones de fuegos artificiales de varios colores, una gran parte del atractivo visual radica en las luces led que se proyectan sobre la fachada de la torre. De hecho, en el 2015, el video que hice del show me permite concluir que aproximadamente un minuto y medio corresponde a fuegos artificiales mientras que los restantes dos minutos y medio son proyecciones con luces led. Estas proyecciones incluyen la bandera del país, los rostros de los jeques gobernantes, y otros temas de gran impacto visual más que de interés cultural. Quizá una de las más impactantes proyecciones ha sido la de fuego que da la impresión de que la torre entera se consume bajo el efecto de las llamas.

Finalmente, otro dato interesante es que el año nuevo musulmán empezó el 13 de octubre de 2015 y terminará el 30 de septiembre de este año. De hecho, el recibimiento del año según el calendario gregoriano es un acto pagano conforme los preceptos del Islam, si bien no hay prohibición expresa de que se lo celebre. Dada la “occidentalización” que caracteriza a Emiratos Árabes, no es de extrañar que pese a todo, el 1 de enero se abra con bombos y platillos. Visto objetivamente, el cambio de calendario es un simbolismo pero esto no le quita mérito al pretexto. Es decir, es un buen pretexto para abrazarse y desearse lo mejor sin importar dónde se esté ni si hay o no fuegos artificiales.

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