Caso Cerrado...
 
Uno de los mejores futbolistas de la historia, el argentino Diego Armando Maradona, dejó de existir el 25 de noviembre de 2020, a los sesenta años de edad, con una repercusión noticiosa mundial que volvió a la vida al personaje legendario de los estadios y los goles que tras sus glorias deportivas se sumió en las últimas dos décadas en vicios de alcohol y drogas.
 
La resurrección del deportista vino tras su muerte: los medios de comunicación del mundo lamentaron su desaparición y repitieron sus hazañas en los estadios, ovacionado por multitudes delirantes ante la genialidad de sus jugadas.
Resucitó el deportista en todo el esplendor de su fama, opacando las noticias de la política, de la corrupción, de las campañas electorales y hasta del Covid 19 que mata cada día a miles de personas en el planeta. Ocultando, también, la imagen sombría del personaje que no emparejó los triunfos con una conducta que pudo haber sido ejemplo para las juventudes del siglo XXI.
 
Tras la momentánea resurrección del deportista vendrá la serena valoración del personaje endiosado por fanáticas multitudes o satanizado por sus defectos humanos. El tiempo lo entronizará en la ubicación que le corresponde como astro del fútbol y ser humano con virtudes y defectos: nada, sin embargo, eclipsará el fulgor de sus mejores temporadas de juventud que le encumbraron a las más altas esferas del espacio deportivo. La muerte y resurrección de Maradona, en estos tiempos de crisis de valores, pueden dar luz sobre temas humanos, culturales, sociales, éticos y políticos de actualidad.

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