Por Alba Luz Mora

 

Alba Luz Mora No hay señal de que quisiéramos ahondar y analizar detenidamente las decisiones gubernamentales y parlamentarias más importantes para demostrar inconformidad o aprobación. Poco importa el destino nacional
 
Si a los ecuatorianos nos importara el destino de nuestro país tanto como nos absorben las peripecias y sucesos del fútbol, otra sería nuestra realidad. Si pusiésemos la misma pasión con la que seguimos a jugadores y equipos de ese deporte, en los sucesos de la vida pública nacional, actuaríamos con equilibrio. Y si pudiésemos hacer un recuento honesto de los signos positivos y negativos nacionales, como solemos hacer con el fútbol, daríamos fe de que vivimos conscientemente.
 
Sin embargo, nuestra actitud es la comodidad, el desentenderse y hasta guardar cierta indiferencia sobre los hechos administrativos más importantes. Como ignorar la situación económica crítica en que estamos, ya que la politiquería invade todos los espacios como si fuesen ajenos a nosotros mismos. No hay señal de que quisiéramos ahondar y analizar detenidamente las decisiones gubernamentales y parlamentarias más importantes para demostrar inconformidad o aprobación. Poco importa el destino nacional.
 
No tomamos en cuenta la situación del Ecuador como país exportador e importador de productos, no damos importancia a la inesperada baja del precio del barril de petróleo, fuente tradicional de nuestro sustento económico. Y tampoco que esa verdad demande un refinanciamiento de la caja fiscal. Tal vez hemos oído, sin reflexionar, que el Ecuador grabó con mayores cargas impositivas a los productos que vienen desde Colombia y Perú, al margen de la aprobación obligada de la Comunidad Andina de naciones de la que formamos parte, suceso que despertó la inquietud regional, y que debe reconsiderarse.
 
Reconocemos la infraestructura pública cumplida por el gobierno: carreteras, puentes, muros de contención, represas, infraestructura comunicacional de primer orden. Hospitales modernizados o establecidos en sitios estratégicos; universidades, reforzamiento de la seguridad; políticas de mayor protección a los grupos vulnerables y asistencia efectiva para entidades que la han requerido. Actitud calurosa de la autoridad nacional, estímulos sectoriales para las actividades agrícolas e industriales. 
 
Pero también inquieta el excesivo crecimiento burocrático, la apertura de embajadas en países que poca o ninguna significación tienen para nosotros, los costosos desplazamientos en giras y visitas oficiales. Y las erogaciones sabatinas en distintas localidades del país. Y aunque en China hemos hallado remedio para nuestros desfinanciamientos con los créditos por las ventas anticipadas de petróleo, debió ponerse más atención a estos inquietantes criterios del Presidente Chino: “América Latina y China son economías complementarias”, es decir y como expresaba algún comentarista: “ellos producen los bienes industrializados y nuestra región la materia prima”. Inquietan además las especiales condiciones de esos préstamos que llegan a 12.000 millones de dólares y con los 5.700 anteriores, suman una enorme obligación.
 
Los datos de los economistas también nos ponen en alerta: desde la dolarización del año 2000 la actual administración ha concentrado el 80% de los ingresos fiscales y del producto de las exportaciones. No existe un fondo de ahorro prudencial para afrontar los giros inesperados de la economía; las informaciones dan cuenta que “los ingresos llegaron a los 220.000 millones”, la “relación deuda-PIB” ya pasó del 16% al 33%” y el endeudamiento a China ha doblado las cifras del gasto corriente.
 
Sería positivo que la ciudadanía se preocupara de estos asuntos, exprese sus pareceres y objeciones de considerarlas convenientes. Que se mantenga alerta frente a las decisiones administrativas y deje oír su voz cuando haya que cuestionar aquello con lo que discrepa y pedir siempre transparencia en los compromisos adquiridos. Quienes dominan el asunto económico tienen la obligación de expresar sus criterios, dejando de lado ese prejuicio de que se exponen a la retaliación o enemistad del Presidente. Un hombre democrático está siempre dispuesto a escuchar, aunque le disgusten los criterios opuestos. Cualquier observación nace de la íntima preocupación por el destino ecuatoriano. El gran Juan Montalvo escribió: “la moderación es la esencia de las virtudes”, y el futuro del Ecuador nos concierne a todos.

 

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