Hay nostalgia por la época en la que el poder ni se soñaba en compartir, para ello, había que “ganar las elecciones”, caso contrario, no se tenía derecho a exigir nada, salvo mirar de lejos como súbditos de alguna extemporánea monarquía, a los cortesanos de la cúpula en el disfrute de puestos, prebendas, granjerías y hasta el derecho a mantener a raya a quienes no pensaban como la cabeza de gobierno 
 
   A poco más de sesenta días del gobierno de Lenín Moreno, curiosamente, los atisbos de oposición –y en algunos casos, virulenta- no se presentan desde los sectores contrarios a PAIS, los derrotados en las pasadas elecciones, sino desde el seno del propio movimiento al que pertenece Moreno. Sus pasos de acercamiento a quienes durante el anterior régimen eran una especie de “apestados” –indígenas de la CONAIE y Pachakutik, empresarios, sindicalistas de los gremios no gobiernistas, etc.-, las alusiones de que el antecesor no le dejó “la meda puesta”, ni mucho menos, sino todo lo contrario, o la entrega del edificio de la CONAIE en un longevo comodato por 99 años, despertó no solamente las descalificaciones del ausente en Bélgica, sino de algunas de las asambleístas de PAIS de más fervorosa anuencia al ex mandatario.
 
   Se habla, se comenta, que en PAIS habría varias tendencias en pugna, lo cual nunca ha sido un secreto, pero que durante el gobierno del presidente-líder Correa toda disidencia era férreamente controlada, so pena de ser apartados de los cargos y prebendas aledañas a estos. Recordemos que, curiosamente, algunas de las hoy más fieles asambleístas de la “línea dura” del hoy residente en Bélgica fueron conminadas con dureza, con motivo de ciertas veleidades abortivas o favorables al matrimonio gay en las que incurrieron –en mala hora para ellas-. Es contradictorio que, señoras que se han caracterizado en el discurso ideológico por la reivindicación de los derechos de las mujeres, ante el líder hoy fuera del territorio nacional se comporten con obediencia y sumisión dignas de los mejores –es decir peores- tiempos del patriarcado romano o medieval.
 
   Evidentemente, en las filas de PAIS hay nostalgia por la época en la que el poder ni se soñaba en compartir, para ello, había que “ganar las elecciones”, caso contrario, no se tenía el derecho a exigir nada, salvo mirar de lejos y como súbditos de alguna extemporánea monarquía, a los cortesanos de la cúpula en el variado disfrute de puestos, prebendas, granjerías y hasta el derecho a mantener a raya a quienes no pensaban como la cabeza de gobierno y estado. Esos tiempos, al parecer, son de profunda añoranza para aquellos que aprendieron a tener la mentalidad parecida a la de su dirigente. Es decir, sectaria, exclusivista y poco partidaria de diálogos de verdad, que signifiquen concesiones.
 
   Resulta interesante, pero también de pronóstico reservado, la evolución del gobierno de Moreno y sus pasos hacia la demarcación de sus características respecto al anterior gobierno, aunque desde PAIS se ha marcado claramente ciertos límites: imposibilidad de un enjuiciamiento político al Vicepresidente Jorge Glas, sutiles reformas a leyes, no su derogatoria, y la incógnita del manejo de la economía, que evidentemente no puede seguir las recetas del pasado gobierno so pena de desbarrancarse.
 
   Por cierto, no pocos ciudadanos son escépticos respecto a la nueva imagen de gobierno que ofrece Lenín, ya que consideran un mero “tongo” o simulacro destinado a aplacar los ánimos. Sólo el paso de los días y los meses nos dirá si el gobierno de Moreno logra liberarse de la pesada loza dejada por su antecesor, y la presión de los partidarios más fieles del Correísmo duro y… “maduro”.
 

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