Los ciudadanos del Ecuador reclaman acciones efectivas del gobierno para dar con los narco guerrilleros que siembran terror y muerte en la zona fronteriza con Colombia. Que este crimen no quede sin castigo, es la voz nacional que clama y protesta.

Los cuerpos de los tres trabajadores de El Comercio recibieron honores del pueblo de Quito y del personal de directivos, periodistas y trabajadores del medio de comunicación. Los féretros estaban cubiertos con el tricolor nacional.

Los ecuatorianos no acaban de superar la conmoción por la suerte de los miembros del equipo periodístico de diario El Comercio, secuestrados en Mataje, zona fronteriza con Colombia, el 26 de marzo, asesinados en abril por disidentes de las FARC.

El hallazgo de los cadáveres en una zona selvática de Tumaco, en Colombia, y la repatriación a Quito, reactivó el dolor de los familiares de las víctimas, de los periodistas del diario capitalino, así como de los ecuatorianos, que hicieron del tema conversación de rechazo a la violencia criminal de grupos vinculados al narcotráfico.

Raúl Rivas, Javier Ortega y Efraín Segarra, equipo periodístico que fue con vida a la frontera y regresó en caravana fúnebre. La fotografía en cautiverio fue exhibida por los secuestradores.

El periodista Efraín Segarra, el fotógrafo Paúl Rivas y el conductor Javier Ortega, formaban el equipo periodístico que fue buscar información en la zona fronteriza, sobre los hechos que desde enero venían afectando la seguridad y la paz de los ecuatorianos en los límites entre Ecuador y Colombia.

   La tarde del 26 de marzo se perdió contacto con ellos y días después elementos del grupo narco guerrillero Oliver Sinisterra reconocieron el secuestro, reclamando en contraparte la liberación de compañeros detenidos en el Ecuador. Walter Arrízala, líder de la organización, se convirtió en personaje macabro por su crueldad, escondida tras el apodo de Guacho. No está claro si es de nacionalidad ecuatoriana o colombiana, pues tiene familiares en las dos partes.

   Los gobiernos de Ecuador y Colombia trabajaron en forma conjunta para tratar de que los secuestrados fueran liberados para que retornen a su país sanos y salvos. Al parecer jamás se tomó en serio la amenaza mortal que pesaba sobre su suerte e inclusive la Canciller ecuatoriana, por esos días, tenía como gestión prioritaria promocionar su candidatura para presidir la Asambleas General de la ONU.

   El 12 de abril, el Presidente Lenín Moreno asistía al final de la tarde a la sesión de cabildo en homenaje a Cuenca en la fecha conmemorativa de su fundación. Súbitamente, abandonó la ciudad y se trasladó a la capital de la República, pues ya circularon versiones de que los compatriotas secuestrados habrían sido asesinados.

    La fatal noticia fue confirmada al otro día, anunciándose los preparativos para la recuperación de los cadáveres. Escenas de increíble dolor se produjeron entre los familiares de Javier, Paúl y Efraín, como en el personal del diario El Comercio, conmovidos por el destino fatal de los compañeros de labores.

   Para todos –incluidos miembros del Gobierno- fue una sorpresa el desenlace, pues no se pensó que los disidentes de las FARC pudieran obrar con semejante crueldad contra víctimas indefensa e inocentes. Al parecer Guacho y sus secuaces se jugaron el todo por el todo, luego de sospechar de operativos que estarían planeándose para liberarlos por la fuerza.

   Fotos de los cuerpos de los tres ecuatorianos asesinados fueron colocadas en redes sociales por los autores del crimen. Al gobierno ecuatoriano no le quedaba sino buscar la manera de traer al país a las víctimas, con la intervención de organismos internacionales de derechos humanos o la Cruz Roja. Todo resultó inútil, pues luego de contactos iniciales toda relación quedó rota.

    En prisiones del Ecuador hay cincuenta sospechosos de vinculación a la organización narco guerrillera y en Colombia son 30 los detenidos. Fue la delación de uno de ellos la que permitió ubicar el sitio donde habían sido sepultados, en medio de un campo minado con explosivos para provocar más derramamiento de sangre y pérdida de vidas. Guacho y sus compañeros son desalmados individuos para quienes no tiene ningún valor la vida humana.

 

Los cuerpos de las víctimas del narcoterrorismo transportados desde el aeropuerto a la ciudad de Quito (Foto de El Comercio)

  El operativo de rescatar los cuerpos fue riesgoso y difícil en la zona selvática. Según versiones de militares colombianos no hubiera sido posible dar jamás con ellos, si no se hubiera obtenido la información de uno de los delincuentes detenidos. El hallazgo fue el 21 de junio pasado.

   Luego vino el trabajo complicado de identificar a cada uno de los asesinados, pues habían transcurrido más de dos meses desde que se acabó con sus vidas. Mediante procedimientos  forenses científicos y con la participación de los familiares para que reconocieran alguna señal de sus seres queridos, o la vestimenta, se cumplió con la identificación el 25de junio, luego de impaciente y dolorosa espera de los familiares que protestaban por versiones apresuradas de medios de comunicación de Colombia.

   El 28 de junio un avión de la Fuerza Aérea Ecuatoriana transportó los féretros de los tres compatriotas desde Cali a la ciudad de Quito, donde fueron recibidos en medio de conmovedoras escenas de dolor y protesta. Una capilla ardiente en diario El Comercio, fue oportunidad para la despedida a los trabajadores de la prensa con muestras de afecto.

   El viernes 29 de junio los tres fueron sepultados. Los familiares reclaman para que no termine todo con el sepelio, pues debe investigarse hasta dar con los criminales que cegaron la vida de ciudadanos y profesionales asesinados cuando no hacían sino cumplir con sus deberes y responsabilidades. Voceros de los gobiernos de los dos países han confirmado la voluntad de hacer seguimiento del caso hasta dar con los culpables y someterlos a las leyes. Según el Ministro ecuatoriano del Interior, Walter Arrízala, alias Guacho, el cabecilla de la organización narco guerrillera, estaría acorralado y podría ser capturado, con toda su banda, en corto tiempo.


Oscar Villacís y Katty Vanessa Velasco, pareja de ecuatorianos secuestrada hace más de dos meses en la misma zona. ¿Están vivos o muertos?

 

 

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