Mariana Borja visitó la Revista Avance para exponer el resultado de su iniciativa emprendedora.

 Una mujer quiteña, de entraña popular, trabajó en menesteres de limpieza en los Estados Unidos y hoy es una emprendedora que lleva productos ecuatorianos a ese país, “haciendo el revés del sueño americano”, dice contenta

   Graciela Borja consiguió la visa de residente y fue a vivir en Los Ángeles, donde no ha hecho otra cosa que limpiar casas y las máquinas e instalaciones de un gimnasio donde obtuvo empleo y le relacionó con gente habituada a los ejercicios físicos.

   Allí observó que muchos deportistas ingerían para fortalecer los músculos hasta veinte huevos de los que extraían solamente la clara. Ella ya había conocido de un producto vendido en fundas, con la clara deshidratada, convertida en polvo, más fácil de usar de cómo lo hacían unos guardias de seguridad tragándose en bruto las claras de huevo, para tener los músculos robustos, y defenderse en emergencias en las que eran prohibidas las armas de fuego.

   Entonces conversó con un hermano, también migrante, para planear un negocio de vender pulverizadas las claras de huevo, procesadas sin fórmulas químicas, como eran los productos conocidos en el mercado. En sus entusiastas ajetreos dio con Milton Murgueitio, compatriota que había aprendido unas fórmulas en Londres.

  Vinieron las investigaciones en laboratorio y muestras cuyos primeros consumidores eran los asiduos asistentes al gimnasio, satisfechos por el buen resultado del producto en su sistema muscular. Luego, las gestiones y trámites ante la FDA (Administración de Medicamentos y Alimentos, de EE.UU.) para legalizar la producción y comercialización de la sustancia a la que bautizó como Mannangel, con el Nro. 17542449640. Dos años demoraron los trámites para obtener las licencias y cumplir las exigentes normativas que imponen Estados Unidos a la producción de alimentos. Además, el proceso le costó 25 mil dólares.

   Graciela estuvo en Cuenca en mayo para promocionar su producto, pues espera extender el negocio no solamente por los Estados Unidos, sino en todo el Ecuador. Además, el cumplimiento de su “sueño ecuatoriano” es que un producto nacional se abra mercados en los Estados Unidos. “Es el revés del sueño americano”, dice satisfecha de su exitoso emprendimiento, cuyas instalaciones están en la ciudad de Quito, desde donde el 27 de mayo estaba previsto que saliera el primer contenedor llevando miles de fundas de su Manangel con diferentes sabores.

   

El producto es apetecido principalmente por las personas que practican con intensidad los deportes.

En cada funda de 600 gramos el contenido es equivalente a claras de 184 huevos. La producción es de mil fundas mensuales, que irán en incremento según el consumo en el país y en los Estados Unidos.

   Ella se siente feliz, pues la migración le abrió horizontes para mostrar que con iniciativas se puede surgir sin depender sino del propio esfuerzo. Pero seguirá vinculada al gimnasio donde limpia las máquinas y hace el aseo de las salas e instalaciones, a cuya sombra se iluminaron sus proyectos. La planta instalada en Quito, cuenta con el personal para el trabajo que le corresponde, para enviar cientos de miles y miles de claras de huevo en polvo que se disolverá en apetitosas bebidas en leche o sabores de fruta.

   Con ocasión de su visita a Cuenca acudió a AVANCE –medio que lo conoció por la web- para pedir la difusión que requieren los emprendedores para sus proyectos. Y eso hace la revista en este espacio, desinteresadamente, pues es obligatorio valorar el empeño de compatriotas que se abren honradamente caminos de superación personal y de aporte a la sociedad.

 

 

 

 

 

 

Escaparate en el que se exhiben los productos listos para la comercialización.

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