El monumento es hoy el sitio histórico arquitectónico más visitado de todo el sultanato. La torre principal mide 45 metros de diámetro y 34 de alto y desde allí se controlaba al grupo de carabineros atentos a posibles invasiones, listos para disparar desde lo alto; la torre principal cuenta con orificios destinados a albergar la boca de grandes cañones.

Si nos transportamos al año 1650 aproximadamente y nos situamos en el territorio de Nizwa en el Sultanato de Omán, podemos aprender sobre el motivo por el cual en ese año el entonces Sultán Bin Saif Al Ya’rubi decidió usar las ruinas de un castillo del siglo XII a fin de construir sobre esa base una fortaleza. Nizwa era un sitio de descanso y paso para comerciantes de camellos y otras riquezas propias de la zona en el siglo XVII. Sin embargo, la rica zona era constante territorio de ataques a fin de llevar a cabo saqueos y otros atropellos por parte de tribus beduinas. Esos atropellos incluían no solamente asesinatos y saqueos sino secuestros de mujeres, que eran consideradas en ese entonces parte de la riqueza personal de los hombres de las tribus.

El castillo que fue la base de la fortaleza fue estratégicamente construido sobre terreno por donde pasa una corriente de agua fresca que emerge de las entrañas de la tierra; esto aseguraba que el castillo tuviese acceso directo al agua siempre y se piensa que este es también el motivo por el cual el Sultán Al Ya’rubi decidió establecer allí la fortaleza. Este monumento es hoy el sitio histórico arquitectónico más visitado de todo el sultanato. La torre principal mide 45 metros de diámetro y 34 de alto, y es desde allí donde se controlaba al grupo de carabineros que siempre estaban atentos a posibles invasiones, listos para disparar sus carabinas desde lo alto; también, la torre principal cuenta con orificios destinados a albergar la boca de grandes cañones que, por desgracia, hoy ya no permanecen en la fortaleza. Naturalmente, los mencionados cañones eran usados solamente en caso de invasiones de grupos grandes y quizá tan bien armados como aquellos que resguardaban la fortaleza.

El ascenso a la torre principal es fácil gracias a que las escaleras que allí conducen son anchas y no tan empinadas pese a la altura que la torre alcanza al final del ascenso. Se piensa que este tipo de escaleras tenían el objetivo de facilitar un ascenso rápido al igual que un descenso seguro, pues al tratarse de una construcción destinada a proteger un territorio entero, muchas veces los encargados de resguardarlo se habrían visto en situaciones de tener que subir o bajar a paso acelerado.

La terraza principal de la fortaleza permite una vista amplia del desierto que rodea el territorio y, por lo tanto, una vista panorámica lo suficientemente adecuada para vigilar intentos de entrada de grupos enemigos; tal vista panorámica hace difícil imaginar que un grupo enemigo se arriesgara a ingresar al territorio porque, siendo que en el siglo XVII Nizwa estaba relativamente despoblada, no existían mayores construcciones detrás de las cuales esconderse a fin de hacer una entrada sin llamar la atención.

La fortaleza incluye varios corredores que se entrelazan a fin de facilitar el escondite de los miembros del grupo armado en caso de que los atacantes llegasen a ingresar a la terraza con el fin de detener la defensa, seguramente matando a los carabineros. El diseño curvo de muchos de esos pasillos, siempre resguardado por paredes anchas y fuertes, ayudaba a que los carabineros pudieran esconderse contra las paredes en una esquina, esperando atentos a que el enemigo llegase al punto donde el pasillo se curva, y actuando de inmediato con un ataque sorpresivo. Quizá el mecanismo de defensa más interesante son las rajas o aberturas en lo alto de las puertas, cuyo objetivo era derramar por allí agua hirviendo en caso de que el enemigo tratase de forzar la cerradura.

Esta descripción puede hasta remontarnos a los juegos de niños que entre hermanos se idean para representar guerras entre grupos enemigos. Sin embargo, la realidad omaní del siglo XVII era tal cual las escenas que podemos ver en una película de acción al estilo medieval o, para mayor actualidad, en un juego de vídeo que recrea siempre escenas basadas en la realidad.

En lo alto de la torre, la bandera omaní flamea siempre con el fuerte viento del desierto. Hoy, la fortaleza le recuerda a la población de Nizwa que en el pasado no siempre fue un territorio tranquilo y está abierta a los turistas; es el sitio donde al atardecer se llevan a cabo danzas tradicionales por parte de los hombres mientras que las mujeres venden pan o artesanías, en una suerte de paz que ya nada tiene que ver con pasados turbulentos.

Suscríbase

Suscríbase y reciba nuestras ediciones impresas en su oficina o domicilio llamando al 0984559424

Publicidad

Promocione su empresa en nuestras ediciones impresas llamando al 0999296233