El artista de gusto exquisito exhibe unas obras de colores tan vivos y alegres que levantan el ánimo al instante… Mejor si se está alegre, porque no solamente visualizar sus pinturas es un placer, sino su conversación exquisita que le llena a uno de energía positiva.

Giverny es la comuna francesa al norte de París que, hoy en día, la gente visita principalmente con el objetivo de explorar la casa donde Monet pasara sus últimas casi tres décadas, dedicado a pintar y repintar los jardines que él mismo ordenó fuesen diseñados en el terreno frontal de su casa. Mi esposo y yo conocíamos ya Giverny, pero una tarde del mes de agosto pasado, decidimos explorar el barrio con sus galerías de arte, por cuyo portal muchas veces pasan los turistas sin animarse a entrar. Allí, a diez metros de la entrada a la casa de Monet, encontramos a Christophe Demarez en su galería; lo evidente salta a la vista: este artista de un gusto exquisito exhibe en su galería unas obras de colores tan vivos y alegres que levantan el ánimo al instante….   Mejor si se está alegre, porque no solamente que visualizar sus pinturas es un placer, sino que una conversación exquisita con el artista le llena a uno de energía positiva.  

Demarez es un hombre optimista y está genuinamente enamorado del mundo que le rodea. Sin embargo, su visión del mundo es la de un pintor que decide plasmar en su obra la imagen que tiene delante cual tal percibe el tiempo, es decir, en constante avance y movimiento. Para ilustrar, los edificios que Demarez pinta presentan líneas curvas, muchas veces redondeadas, dando la impresión de que el mundo dentro de la pintura se mueve o ha sido movido, creando un efecto que, desde el punto de vista de una arquitectura ordenada, se diría que se trata de una edificación accidentada o diseñada así para resaltar de entre el resto de edificaciones de líneas rectas. 

Pero eso no es todo; Demarez ha logrado alcanzar un punto muy sensible en la percepción de la luz y en cómo ésta transforma el paisaje, sea urbano, campestre, o incluso si la obra se centra en un modelo humano. Precisamente, éste es el ingrediente clave que obsesionó a Monet cuando decidió que sus jardines podrían ser pintados miles de veces sin repetir una sola vez la misma obra.

Hablando del efecto de la luz, Demarez nos confiesa lo representativo que resulta para él tener su galería en Giverny; primero, Demarez nació en 1963 a dos escasos kilómetros de esta zona y, en realidad, toda su vida ha estado ligada a la comuna de Giverny, por lo que pensar en tener su galería en otro lugar no es ni siquiera una opción a considerar. Demarez nos cuenta que la Fundación Monet le dio permiso para que pudiera ver el lago de los nenúfares que Monet tanto pintó, pero desde una perspectiva que le está vedada al espectador común. Así pues, Demarez tuvo la suerte de bucear en el lago y ver por debajo de esa superficie que hasta hoy refleja lo que Monet vio… aunque no exactamente porque, recordemos, como bien nos dice Demarez: ‘’el mundo está en movimiento constante’’.

Esta concesión de la fundación le ha permitido a Demarez no solamente pintar otra perspectiva del famoso lago de los nenúfares, sino además sentir que ése es el mejor homenaje que se le puede hacer al arte como tal… el ir más allá siempre y sin miedo. Sin embargo, otra faceta interesante de Demarez es su absoluta independencia; consciente de los formatos, criterios exigidos, nuevos estereotipos que muchos artistas quieren imponer, so pena de juzgar de ‘’atrasados’’ a quienes no se ‘’suban a este tren de ideas’’, Demarez expresa abiertamente que no le tienen sin el menor cuidado aquellas tendencias. Él lo que tiene claro es una cosa: la vida es demasiado bella y corta como para restringirse en la agotadora tarea de darle gusto al resto cuando, lo que de verdad importa, es el gusto propio de entregarse al pincel personal tal y como emerge desde lo más profundo del sentimiento y el pensamiento.

Demarez es además un hombre preocupado por el problema del plástico que contamina nuestro planeta; ha viajado y ha encontrado el mismo problema por todo lado. Habiendo estado ya en Guatemala, nos cuenta que espera y planifica visitar Ecuador en un futuro no muy lejano. Quien vea sus pinturas, podrá percibir la fuerte conexión con tintes impresionistas, a más de ese movimiento que revela en Demarez una sensibilidad extrema. Dicha sensibilidad le permite plasmar los detalles que hacen de un cuadro una verdadera invitación a adentrarnos en el mundo paralelo que, sin creatividad, olvidamos observar; artistas como Demarez nos lo traen de vuelta de una manera magnífica.

Demarez, el artista y sus obras

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