Cientos de carros repartidores de gas doméstico recorren las calles con el estruendo desafinado de una melodía popular creada por uno de los músicos más representativos del Ecuador hace más de setenta años

El maestro y compositor Carlos Ortiz Cobos

La canción Por esto te quiero… ¡Cuenca!, que desde mediados del siglo anterior fue símbolo de identidad de los cuencanos, es ahora un adulterado estribillo madrugador de parlantes repartidores de gas que despiertan de mal genio al vecindario en los barrios.

La melodía creada en música y letra por Carlos Ortiz Cobos en 1950, caló de inmediato en el sentimiento popular que acogió con alegría entrañable su tono capizhca, con colorido de fiesta popular, en las zapateadas celebraciones tradicionales y cívicas.

Pero alguna vez, hace como una década, a un alcalde se le ocurrió disponer que la canción fuese usada para promocionar la venta de gas, acaso con el ánimo de rendir homenaje al exitoso compositor, sin advertir que el desgaste musical llevaría al fastidio.

La canción, bien del patrimonio cultural de Cuenca, estridente y mutilada, se ha convertido en bullicio que causa reclamo y protesta. Y para nadie es más incómodo que para los descendientes del compositor musical, el oírla despojada del homenaje con el que el autor ofreció un regalo afectuoso a la ciudad, destacando su cultura, sus costumbres, su tradición. Si estuviera vivo Carlos Ortiz, cómo protestaría por el agravio, junto a sus hijos y familiares!

El piano por el que se deslizaron las manos del artista, guardado con celo por sus familiares

Ortiz Cobos, nacido el 26 de mayo de 1919 y muerto el 18 de febrero de 1982 –hace treinta años-, es uno de los creadores musicales más fecundos de Cuenca y del Ecuador. Es personaje admirado y querido del que se recuerda sus virtualidades artísticas, humor y simpatías, que le valieron reconocimientos locales y nacionales: en 1972 fue miembro fundador de la Orquesta Sinfónica de Cuenca, en 1960 el gobierno le confirió la condecoración Al Mérito Nacional, en el grado de Caballero; en 1981 recibió la presea Municipalidad de Cuenca, la más alta distinción que la ciudad entrega cada 3 de noviembre a sus hijos ilustres.

 

 

Comunicación de los familiares del compositor musical, refiriéndose al mal uso de la canción popular.

La carta que los hijos del artista han hecho llegar a la revista AVANCE y acompaña a esta nota, sobre el mal uso de una de las creaciones más representativas y queridas de su padre, es testimonio de que, en vez de rendirle honores, se malogra el valor de su inspiración musical. La Municipalidad está en la obligación de corregir el chillón error, como aspiran los descendientes del artista cuencano. No son los fabricantes del gas, ni sus comercializadores, los autores del desatino, sino la Municipalidad que sin consultar a los familiares del dueño de la canción, impusieron su decisión.

Al extremo izquierdo, el músico, joven, en el acordeón, uno de los tantos instrumentos que tocaba con maestría.

En algún sentido, la melodía Por esto te quiero… ¡Cuenca! –así fue su título original-, es un himno popular de la ciudad que, al convertirse en bullicio vulgar, desprecia el sentimiento popular asociado a la calidad artística, y ofende el pensamiento del compositor cuya canción, a pesar de todo, en su versión auténtica, sigue entusiasmando a jóvenes y adultos, en las celebraciones más alegres de Cuenca, más de setenta años después de su creación.

 

 

 

 

 

Una camioneta de repartición de gas atraviesa por el centro histórico pregonando la venta con la canción popular.

 

 

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