El caso de Jorge Glas ha llevado al Ecuador a una etapa de asombro, desconfianza en las instituciones y sus funcionarios, y además convertido en escándalo a nivel internacional que ha sentado para el Ecuador un precedente triste y negativo de corrupción institucionalizada.

  La participación en un delito por asociación ilícita se define como un concierto de voluntades en torno a un hecho negativo que prohíbe la ley. Esto es en síntesis lo ocurrido últimamente entre funcionarios del anterior Gobierno y la firma Odebrech, del Brasil. La Fiscalía ha encontrado indicios suficientes para abrir un juicio que está en plena ejecución y, lo peor de todo, es que el Vicepresidente Glas, del anterior régimen, aparece inmerso en el asunto y recluido ya, preventivamente, en la cárcel de Quito.

   Entre los antecedentes está el viaje del tío de Glass a la China, los pagos en efectivo que se recibieron, por 13 millones de dólares, y con este, otros sucesos, igualmente graves, le ha correspondido al actual Fiscal actuar en medio del escándalo nacional y la preocupación de los otros estados de la región. Como hay acumulación de hechos, cada delito resulta un caso distinto y merece un proceso idéntico. En todo caso, este descubrimiento nos ha hecho advertir un negativo concepto de las actuaciones gubernamentales y ha dado importancia a la forma idónea cómo los jueces están llevando los delitos para justificar las detenciones de los actores y cómplices juzgados y, sobre todo, del exVicepresidente Glas.

   Mientras tanto, legisladores como César Montúfar han dado muestras de valentía y oportunidad, ya que pidió que se abrieran nuevas investigaciones por otros ocho delitos atribuidos al ex Vicepresidente para ampliar la sentencia: culpable de asociación ilícita en calidad de servidor y en virtud de la dignidad que representaba, en haber aprobado en forma ilícita en las concesiones de la explotación del hidrocarburo. Disposiciones medulares como el devolver 33 millones, que serían el pago para publicar la sentencia organizada, etc. Es decir, suceso de fin de año que ha llevado al Ecuador a una etapa de asombro, desconfianza en las instituciones y sus funcionarios, y además convertido en escándalo a nivel internacional que ha sentado para el Ecuador un precedente triste y negativo de corrupción institucionalizada del que quisiéramos salir airosos y justos, a raíz de las sentencias que reciban los detenidos y juzgados. Inicio de nuevo año marcado por estos sucesos que no hubiésemos querido esté sumido el Ecuador.

   Ante esta realidad, quisiéramos que la anhelada paz que todos necesitamos para vivir, trabajar y sumar esfuerzos por nuestro país, sepa salvar una realidad lamentable que aspiramos deje de serlo y nos inscriba en el concierto de las naciones donde la ley, las decisiones y acciones oficiales y particulares, tengan siempre el tinte de la honorabilidad y la delicadeza de conciencia que le otorguen otro distintivo diferente y alentador.

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