¡Ay, mi México, mi México…!
Tan lejos de Dios; y tan cerca
de los Estados Unidos.
Atribuido al dictador Porfirio Díaz.

 

Aparece el coronel Chávez; un militarote, admirador de Fidel Castro. ¡Exprópiese ese edificio! ¡Ciérrese ese banco! ¡Entréguese esa fábrica a los obreros! ¡Cancélese a todos los técnicos petroleros rebeldes! ¡Nacionalícese PDVSA! Resultado: En poco más de una década, la próspera economía venezolana se queda en soletas.

La geopolítica – en una de sus acepciones -- es una noción social bastante amplia. Y puede ser, también, un poco sospechosa. Para lo segundo, hay, ciertamente, sus razones. Unos controvertidos estudios militares, del siglo XIX, usaron la palabra, por primera vez. Pretendían explicar las conductas internacionales; y fundamentar la llamada “defensa nacional”.

La seudociencia – como algunos la calificaron -- analizaba el poderío de las naciones. (Basado, sobre todo, en los aspectos de la territorialidad y el transporte. Unos datos. Bloque de las Tierras, Heartland; Periferia Marítima, Insular Crescent. /MacKinder/ Poderío continental, Rusia; poderío marítimo, Inglaterra; poderío mixto, los Estados Unidos.)

En el siglo XX, la noción se exageró mucho; y llegó a tomar varios sesgos extremados. (El Fascismo, con nostalgia romana y tendencia neoimperialista; el Nazismo, del “espacio vital” y la expansión alemana; la revolución proletaria de los soviéticos.)

La Geografía Política – de obvia tendencia científica – recogió el concepto; pero lo reservó para las relaciones más significativas de los países. (Y redujo, a lo razonable, su original preponderancia militar.) Usemos este enfoque. Y, de tal modo, abordemos unos tres casos, típicos y pertinentes. El primero España.

La geopolítica marcó, con fuego, la Guerra Civil Española. La más incivil, y más internacional, de las guerras civiles – se ha dicho, con un juego de palabras entre ingenioso y cínico. ¿Y por qué ocurrió tal cosa? Bueno… La década de Los Treinta fue sumamente conflictiva. Crecía el Fascismo italiano; irrumpió el Nacionalsocialismo alemán; se fortalecía el Comunismo ruso; avanzó el armamentismo japonés; las democracias europeas se debilitaban; hubo otro episodio del aislacionismo estadounidense… La apenas rosadita República Española se encontró – en forma muy explicable y casi inevitable – con el hosco tradicionalismo, conservador y monárquico. Cuando Francisco Franco da su golpe, una atrasada, y dividida, nación se puso en guerra. Alemania e Italia respaldan al General; Rusia apoya a La República; las democracias europeas vacilan; Estados Unidos se abstiene… Los sectores liberales y progresistas del mundo se pronuncian a favor de La República. Voluntarios, y fanáticos, de muchos países, se unen a la lucha. Resultado; tres años de guerra; unos seicientos mil muertos; España en ruinas. El Diablo había metido su cola. Las condiciones peninsulares le habían resultado prácticamente ideales. La geopolítica, señores míos. Vamos a Cuba.

La Isla en el mapa. El caimán caribeño cae en la trampa de la Guerra Fría. En un pequeño yate, – el famoso Granma – Fidel Castro, y unos ochenta hombres, llegan a las costas de la provincia de Oriente. ¿Cómo financiaron la aventura unos refugiados; que, apenas, gambeteaban la pobreza en la Ciudad de México? ¿Cómo consiguieron que los entrenara el coronel español, republicano, Alberto Bayo? Bastante misterioso… La sospecha del dinero soviético resulta casi natural.

(Sobre todo, si se tiene en cuenta el anticomunismo cerril de los estadounidenses de los años cincuenta. La obstinada campaña “sanitaria” contra el “bacilo de Marx”. Y, además, el abusivo golpe contra el moderado progresismo del Presidente guatemalteco Jacobo Árbenz Guzmán.)

En tal caso, la guerrilla de la Sierra Maestra habría sido una audaz, y muy exitosa, operación del servicio secreto ruso. ¿Compró, éste, el célebre reportaje de Herbert Mathews, que publicó THE NEW YORK TIMES? (Una habilísima operación publicitaria.) Triunfa el barbudo. Batista huye. Enero de 1959.

(Otra duda: ¿Le pagaron los soviéticos, al sargento, para que teatralizara la lucha; y abandonara, en el momento adecuado, el poder? Huyó a Portugal y España; y nadie lo reclamó… Mientras, en La Isla, los revolucionarios asesinaban a cientos de sus esbirros.) Bueno, -- más allá de las viejas dudas – lo cierto es que, así, el descuidado bicho se metió solito en la trampa. Tres años después, Cuba se declara socialista. Los Estados Unidos le aplican el embargo. ¡Cayó la puerta de la trampa! Y ahí está – ya durante unos “buenos” sesenta años -- el pobre y desesperanzado animal… El Diablo había metido su cola en el mar americano de Colón. Otra vez: la geopolítica, damas y caballeros. Seguiremos con Venezuela.

Y muy pocos aprenden en cabeza ajena. La gran mayoría debe recibir el golpe en la propia testa. Aparece el coronel Chávez; un militarote, admirador de Fidel Castro. ¡Exprópiese ese edificio! ¡Ciérrese ese banco! ¡Entréguese esa fábrica a los obreros! ¡Cancélese a todos los técnicos petroleros rebeldes! ¡Nacionalícese PDVSA! Resultado: En poco más de una década, la próspera economía venezolana se queda en soletas. El dictador compra el apoyo de sus compañeros, -- oficiales del ejército -- con prebendas económicas y la tolerancia del narcotráfico. Como en Cuba… Un hecho de terror: Ya llegan a los cinco millones los emigrantes desesperados; la mayoría huye a pie; y acampa en las aceras y las plazas de las ciudades sudamericanas. El mayor éxodo en la historia de nuestra región…

La amenaza del estado fallido; el peligro de la disolución nacional. ¿Qué pasó? Pues, que el comunismo cubano aceitó el eje espiralado de la prensa compresora. Y, hábilmente, le metió, en la base, a Venezuela. Luego, vinieron los rusos y los estadounidenses; y, alternándose, le dieron vueltas a la palanca. Tremendo, durísimo, apretón. La cola del Diablo había puesto, a unos y otros, en el en el lugar preciso. La geopolítica, también, estimados amigos.

Moraleja: Pidámosle, a la suerte, que nos libre de la geopolítica. De las restantes desgracias, nos libraremos nosotros.

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