El transporte de pasajeros por las carreteras ecuatorianas se transforma, con frecuencia, en tragedia: la reciente muerte de al menos 40 personas en el vuelco de un bus en viaje de Cuenca a Quito, prueba la afirmación.

No es nuevo que tras el accidente se repitan comentarios sobre la irresponsabilidad de los conductores, falta de controles de la condición de las unidades, sobreocupación de los asientos, etc. Tampoco es nuevo que se acuse de negligencia a los policías de tránsito y organismos responsables de vigilar esta actividad.

Al tratarse de un vehículo matriculado en Cuenca y salió desde esta ciudad, es preciso que se explique cómo fue posible que circulara en malas condiciones técnicas €“como se ha asegurado- a pesar de los supuestos rigurosos, molestos y hasta costosos controles y procedimientos a los que son sometidos los dueños de toda clase de unidades, donde podría haber negligencia o sospechosa culpabilidad. Que este doloroso accidente, no vaya, como tantos, a la impunidad y al olvido.

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