Una costosa trampa a través de los celulares

 

La telefonía es un negocio increíblemente lucrativo para las empresas proveedoras del servicio. Los aparatos celulares, provistos de enormes posibilidades de comunicar por audio, video o mensajes escritos, son “juguetes” en manos de los jóvenes expertos que los utilizan y también maquinitas para transferir los dólares a las arcas de los proveedores.

Las grandes empresas que suministran la telefonía no persiguen más fin que acumular el dinero de millones de usuarios, aunque fuese centavo a centavo. Son expertas en campañas para atraer los ingresos a merced de la magia de los aparatitos capaces de obnubilar no solamente a los ingenuos.

Un lector de AVANCE había “seguido el hilo” a la invitación para enviar mensajes a determinado número de proveedor de celulares, para ver hasta dónde llegaba en el juego de responder a las preguntas por las que optaba para beneficiarse de premios, incluido un vehículo.

Cada respuesta enviada tenía su costo. Las preguntas interminables y los tentadores anuncios de la proximidad del premio, le llevaron a caer en el juego. El fútbol, la farándula, algo de geografía, literatura o historia, había en el cuestionario interminable.

El curioso usuario del celular tuvo que parar cuando luego del último mensaje respondido, le apareció la invitación a comprar una nueva tarjeta, porque se había agotado el saldo disponible.

Casi montado en cólera, escribió un mensaje de protesta, sintiéndose aprovechado, como miles o millones de traviesos mensajeadores, para no más que regalar el dinero a través del juego aparentemente barato, pero muy lucrativo al tratarse de la enorme cantidad de “víctimas” de la engañosa invitación.

La frustración del lector mensajeador fue grande cuando al enviar la protesta, lo que recibió automáticamente fue el aviso de que su mensaje no se pudo enviar porque no tenía saldo.

Cuando ha sido aprobada en la Asamblea la Ley de Control de Poder del Mercado, bien valdría que se considere la legitimidad o la moralidad de esta clase de mecanismos que usan ciertas empresas multinacionales para acumular fortunas sin esfuerzo, a merced de la telefonía.

 

 

Las resinas están en todas partes

El material plástico –las resinas- remplaza al hierro y al acero en la industria o a los cueros, madera o hilos en las artesanías. Con este producto se elaboran estructuras para barcos, naves aéreas, toboganes, automóviles o telas y botones.

Para donde se mire, en la actualidad están las resinas: en las tinas o inodoros, en las tuberías de desagüe, en los muebles, en la cubierta de las casas, en la industria aeronáutica, en la construcción o en los postes de alumbrado eléctrico. Mezclado con fibra de vidrio, es un producto de fortaleza incorruptible más poderosa que el acero o mediante aglutinantes químicos es tan dúctil y flexible como la tela para vestuario. Es un material derivado del petróleo.

Fernando Viteri, funcionario de la empresa Pintulac, visitó la Redacción de AVANCE para referirse a la “nobleza” de las resinas en la solución de necesidades de la vida diaria y el aporte de su empresa para el desarrollo en las más variadas formas, inclusive en el campo del arte, pues hay monumentos, esculturas, molduras y tallados, que simulan con exactitud a la madera, al cemento o a los metales. Presentan la ventaja de la liviandad, pues su poco peso hace fácil la aplicación en cualquier campo.

En el Ecuador hay numerosas casas dedicadas a la comercialización de las resinas. Pintulac factura por el orden de los 300 mil dólares mensuales.

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