Por Yolanda Reinoso*

Una visita al parque nacional puede ser completamente distinta dependiendo de la estación del año. Lo particularmente lírico es en la primavera, cuando los cambios de color ocurren de repente, no paulatinamente como en otoño o invierno
 
 
 
 
El espectacular paisaje conocido como “Maroon Bells”, es el más fotografiado de Norteamérica. La vista de los dos picos que lo componen (llamados Maroon Peak y North Maroon Peak) resulta de lo más familiar para quienes residimos en Colorado, puesto que son la carta de presentación del bello “Estado Centenario”. La vista de los picos es pues una imagen imprescindible de la identidad geográfica y cultural de esta zona, pues no en vano se asocia a Colorado con una variedad inusual, que incluye extenso terreno desértico, zonas montañosas, grandes llanuras por donde corren libres caballos salvajes y otros animales, lagos cristalinos, cascadas, etc.
 
Los picos en cuestión forman parte de la cadena conocida como “Elk Mountains”. Igual que ocurre con otros paisajes de Colorado, una visita al parque nacional puede ser completamente distinta dependiendo de la estación del año que se escoja, así que por ello menciono para este artículo a mi favorita: la primavera. Lo particularmente lírico de esta época es que los cambios de color ocurren de repente, no paulatinamente como pasa en el otoño o el invierno. Este aspecto convierte a los repentinos brotes de flores de maravillosos colores en un evento casi mágico; a veces en veinticuatro horas, los botones que aún parecían tiernos amanecen abiertos en pétalos frescos y olorosos, y como en el parque nacional ese florecimiento se da al natural, uno encuentra verdaderas alfombras de amarillo, púrpura, blanco, rodeando el “Lago Maroon”, donde se reflejan estos impresionantes picos.
 
Ambos sobrepasan los 4.200 mts. de altura, aspecto que no ha impedido que muchos desobedezcan los letreros expuestos por la autoridad estatal de parques nacionales, advirtiendo de los peligros de ascender a conocer el aspecto mortal de estas elevaciones; los accidentes fatales son muy comunes debido a que se trata de roca sedimentaria de textura lisa, en comparación con otros picos de la zona, donde con un buen par de botas adecuadas, la piedra caliza evita resbalones y el peligro es menor.
 
Otro de los riesgos es la posibilidad de la cercanía de los osos Grizzly, conocidos por su ferocidad y a quienes los habitantes de Colorado aprendemos a temer gracias a los informativos sobre su peligrosidad. En caso de algún avistamiento reciente, el guardabosque se encarga de poner sobre aviso a los visitantes.
Cuando corre viento, el lago forma ondas que distorsionan el reflejo de los picos, así que hay que tener paciencia y contemplar este regalo de la naturaleza en espera de que los vientos se calmen. Cuando por fin el lago reposa plácido, con buen sol y en un día primaveral típico con aire que aún no abandona del todo su último dejo invernal, parece que de pronto uno hubiera entrado a otra dimensión donde la perfección es factible; las nubes parecen detenerse en el alto cielo, los picos parecen hablarnos de su vanidosa belleza reproduciéndose en el agua cristalina del lago, dejando ver los detalles de sus grietas, de los trazos finales de nieve que se derriten en el intenso sol, imponentes sobre el paisaje de laderas que descienden en suaves ondas de vegetación que comienza a mostrar signos de colores primaverales, cambiantes en contraste con el eterno verdor de los pinos de hojas perennes.
 
La gente toma una fotografía tras otra sin descansar ya que el paisaje no parece dejarse absorber por completo. Quizá quien tiene más hábito, deja el deslumbre a un lado con mayor facilidad para dedicarse a la pesca o para ascender por los senderos que conducen a otras áreas del parque, desde donde siempre se puede ver la constante presencia de los picos.
 
Otro aspecto primaveral que embellece el paisaje es el revoloteo de las mariposas alrededor, combinando con la sombra en forma de mariposa que, con mucha suerte en esta ocasión, nos permitió captar tal imagen rara del paisaje.
 
Una visita a este sitio único explica el motivo tras el hecho de que sea el más fotografiado en América del Norte, pero no se trata sólo de la belleza que encierra, sino de que cada fotografía es tan irrepetible como lo es cada instante del día, variando por la luz solar, la sombra de las nubes, la estación de que se trate. En el parque Maroon Bells, cae como anillo al dedo lo que dijera Einstein: “la naturaleza está constituida de tal manera que es experimentalmente imposible determinar sus movimientos absolutos”.
 

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