El pueblo decidió a quiénes confiar sus esperanzas en el futuro inmediato, con nuevas administraciones municipales y provinciales en el Ecuador. La democracia continúa. Gracias a quienes sacrificaron parte de su vida en beneficio colectivo y sean bienvenidas las nuevas autoridades.

   Pocas veces fue tan clara la voluntad soberana en Cuenca y el Azuay, para dejar atrás la etapa cumplida –la historia valorará la gestión- por un Alcalde y un Prefecto que ejercieron más de un período sus funciones. El reto es para quienes llegan con el deber de ser leales a esa voluntad mayoritariamente expresada por el cambio.

  Las elecciones y sus resultados probaron que los azuayos y los cuencanos piensan, meditan y deciden antes de depositar su voto. Las inversiones publicitarias de promoción política nada influyeron en el criterio de los ciudadanos. Esto es prueba de madurez y de civismo y el electorado merece el saludo y las felicitaciones.

   Pero eso no significa desvalor para las autoridades que asimismo por voluntad popular ejercieron esas responsabilidades. Para ellas es también una lección, como lo será para quienes, en el futuro inmediato y mediato, tengan la vocación política como meta de su realización al servicio colectivo.

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