Este mes asumen las nuevas autoridades seccionales del Ecuador, autoridades de cercanía, en contacto con las comunidades, con su jurisdicción territorial, que sufren el injusto embate del centralismo que apenas mira más allá de la capital de la República.

   En Cuenca y el Azuay lo que se dieron en las últimas elecciones fueron imperativos reclamos de renovación en la Alcaldía y en la Prefectura. La sorpresa del resultado electoral significa reclamo de una nueva forma de ejercer la responsabilidad de las autoridades a las que se confió el mandato: escuchando la voz y el voto de los ciudadanos. Que las promesas de campaña no sean más la engañosa pretensión de utilizar al electorado y luego abandonarlo.

Las necesidades de Cuenca y del Azuay son clamorosas en vialidad, transporte público, seguridad, equipamientos urbanos, etc.   Las recaudaciones tributarias van al gobierno central y no retornan. No puede continuar la indiferencia de autoridades locales ante el centralismo. Las autoridades electas deben liderar el reclamo de lo que a Cuenca y al Azuay se les debe. No más sumisión ni el cálculo para hacer méritos para futuras elecciones, convirtiendo la función pública en profesión para el resto de la vida.

Que las autoridades que obtuvieron el apoyo mayoritario para ser tales, sean leales con el electorado y tengan éxito en su trabajo cotidiano. Será el éxito de la colectividad y el camino para alcanzar metas de bienestar colectivo. Que las nuevas autoridades sean realmente capaces de actuar con liderazgo.

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